Con la pandemia de por medio, los sistemas de competición trastocados salvo en las dos categorías profesionales del fútbol español y los parones causados por las subidas y bajadas de los positivos y los cambios en los niveles de alerta o riesgo, el fútbol base ha vivido un año de zozobra continua y se ha llegado a situaciones que, en otras condiciones, se tacharían de adulteración de la competición.
Ése es el caso que hoy se da. Esta tarde,
Real Betis y Málaga juegan (18:00 horas) en La Rosaleda un partido atrasado de la penúltima jornada del
Grupo IV de División de Honor Juvenil. Un duelo que debía disputarse el domingo 16 de marzo y que fue suspendido por varios positivos por Covid-19 en el conjunto malacitano.
Los verdiblancos no se juegan nada, pues están a diez puntos del liderato y este año no hay Copa del Rey juvenil, pero sí un Málaga que, de ganar y tras el pinchazo del Sevilla en esa penúltima jornada en Granada, se proclamarían campeones de grupo. La derrota bética podría dejar el eterno rival de Nervión no sólo sin título nacional sino sin poder disputar la Copa de Campeones.
Ese triunfo haría inútil el
Sevilla-Málaga de la última jornada, en la que aún tendrían opciones los de Alejandro Acejo para meterse en esa Copa de Campeones como mejores segundos, aunque ya no dependerían de sí mismos para lograr esa última opción.