El
Betis, que diseñó en verano un proyecto muy ambicioso que debía encontrar el camino que lleva al ansiado crecimiento sostenido se siente ahora diminuto, una vez disputadas las 23 primeras jornadas de una
Liga en la que ocupa un discreto decimotercer puesto que le tiene en tierra de nadie: soñando con adquirir uno de los últimos billetes para el tren de la
Europa League, pero más cerca todavía de la zona de descenso -el colchón menguó a ocho puntos tras la victoria del
Mallorca- que de la sexta plaza que ocupa un
Villarreal que está con 10 unidades más después de ganar al
Levante en el duelo valenciano.
En este contexto tan ambigüo e indefinido saltará hoy el conjunto heliopolitano en el estadio de
Butarque. Allí, en la casa de un correoso
Leganés, el 'Pulgarcito' verdiblanco quiere empezar a marcar el camino con migas de pan para encontrarse y descubrir dónde le conduce esta errática senda por la que transita sin rumbo definido.
Mediado ya el mes de febrero, el equipo de Rubi sólo ha logrado ganar un partido fuera de casa y esas cifras no hay optimista que las defienda. Ni siquiera el argumento de la brillante recta final del entrenador catalán hace un año para meter en
Europa al
Espanyol sirve para alumbrar los pasos que, como puede, va dando una taciturna plantilla.
El propio
Rubi admitió en sala de prensa que los últimos resultados adversos -mezcla de falta de pegada, errores ingenuos atrás y calamitosas actuaciones arbitrales- les han dejado "muy fastiados" y que la única cura para curar la depresión es "ganar en Leganés". "Sólo vale ganar, el empate sería un mal resultado", llegó a admitir el técnico bético, que sabe que la indiferencia es un enemigo muchísimo peor que la decepción o la desmotivación.
Ganar, más que soñar con ir a
Europa, es urgente para poder recuperar la confianza y aspirar a recorrer el último tercio de
LaLiga con algún objetivo en su horizonte. En el caso contrario, estos tres últimos meses pueden hacerse eternos en
La Palmera.
Para esta determinante misión,
Rubi no prevé hacer muchos cambios ahora que, aunque muy tarde, por fin tiene un once tipo de su gusto. Así,
Joaquín en lugar del sancionado
Fekir y, a lo sumo,
Loren por
Borja en este turno rotatorio que ambos asumen sin salir de sus respectivas sequías.
A priori,
Guido Rodríguez, William Carvalho y Sergio Canales deben seguir adaptándose, pues es la tripleta de centrocampistas que más convence al catalán, con permiso de
Guardado, quien vueve tras salir de su lesión.
Aleñá, intrascendente contra el
Barcelona caído a la derecha, es otro de los que deben dar la cara. Sin
Fekir y sin
Lainez, la única amenaza para él sería un
Tello que no acaba de enchufarse.