La asunción de todo el poder deportivo por parte de
Serra Ferrer y la salida de
Torrecilla han generado un debate en el
Betis del que, como es lógico y estando la figura del mallorquín presente, la cúpula actual ha salido vencedora. Apostar por la carta de Serra es un comodín contra el que no vale nada.
Si hay alguien que tiene su prestigio intacto e ilusiona en este club, ése es el de Sa Pobla. Cada vez que vino, alcanzó cotas con las que nadie soñaba en ese momento. Rememorarlas puede ser reiterativo, pero recuerdan al bético quién es la persona a la que le han encargado levantar de una vez, tras diez años de fracasos, esta nave a la deriva.
Un hombre que, en su primera etapa, cogió un
equipo sin esperanzas en
Segunda y logró subirlo; hizo un plantel con jugadores de segundo nivel y, en su mayoría, procedentes de equipos descendidos y de la parte baja, y lo situó tercero en la
Liga; repitió por dos veces más clasificación europea e, incluso, ya con un equipo potente, se permitió el lujo de pelear casi hasta el final el título con el
Madrid de
Capello y el
Barça de
Robson, con quien perdería una final de Copa en la prórroga. Un técnico que, en su segunda etapa, asumió el mando en un
Betis sin rumbo, tras dos años de
Víctor Fernández, e hizo la mejor temporada de su historia, con clasificación
Champions y título copero incluidos.
Los críticos y opositores de la actual directiva aluden a su paso nefasto por el
Mallorca para achacarle algo, pero saben que es una batalla perdida. En el Betis,
Lorenzo Serra Ferrer siempre cumplió con nota, cuando en otros lugares no lo hizo.
A los que aluden, y con gran parte de razón todo sea dicho, a que es tirar el trabajo de toda una temporada de
Miguel Torrecilla y empezar otra vez desde cero se les recuerda que sólo
Durmisi, de entre todas las apuestas del salmantino, ha salido airoso de una temporada nefasta. Y aun sabiendo que lo que dicen es verdad y que es poner de nuevo al
Betis en desventaja en un mercado de fichajes que ya está a pleno funcionamiento, la confianza en
Serra puede con todo.
El verdadero problema es que se trata de la asunción de un nuevo fracaso y la sensación de que, tras
Torrecilla, tras
Maciá, tras
Ollero, tras
Mel, tras
Merino, tras
Poyet, tras
Víctor... ya sólo les quedaba jugársela con el único que en este club aún no tiene mancha.
Ángel Haro y
José Miguel López Catalán han sacado y puesto en juego su última carta. Y, ¿si esta falla? ¿Por quién apostamos ahora?