Nada de lo que diga, por muchas razones que pudiera encontrar, podría justificar la derrota del sábado. No porque no pudiera darse, pese a que el Granada no había vencido aún en esta Liga, ya que cuenta con futbolistas de nivel, sino por la forma en que ésta llegó, con un Sevilla impotente, que tuvo menos el balón en la zona de peligro que ante equipos con mayor potencial y generó muchas menos ocasiones.
Se han querido buscar muchas razones al bajón de juego, pues no es algo nuevo de este partido. En Coruña, donde se remontó gracias a un arreón final cuando los gallegos tenían el partido donde querían, o ante el Valencia, donde con sólo un tiro a puerta bastó, ya se venía anunciando el 'desastre'. Se habla de la falta de gol de Vietto, del bajón del 'Mudo' Vázquez, de la ausencia de Escudero -las bandas son claves para Sampaoli-, del mal momento de Rami, etc. Pero el único denominador común de esta ´mini crisis´ es la ausencia de Nasri.
El francés se marchó en la segunda parte de la derrota ante el Barça y, desde entonces, su equipo lo ha notado en demasía en esa zona del campo en la que solía desequilibrar. Desde que se fue, los de Sampaoli tienen números similares de posesión a los de partidos precedentes, pero el balón circula por zonas 'insustanciales', ofrecen menos desequilibrio en la zona de creación y en la mediapunta y encuentran menos huecos y, por tanto, rematan menos. Nasri estará previsiblemente en Lyon y el 'Mudo' no lo hará. Si no hay mejoría habrá que pensar que el problema es mayor.