El número de efectivos atrás no determina la seguridad de la zaga, porque de nada sirve acumular futbolistas si no producen las basculaciones ni las ayudas necesarias para que el sistema defensivo resulte consistente y responda con vehemencia y orden a las amenazas.
Víctor le concede suma importancia a este apartado y le gusta arroparse con un centro del campo y una defensa pobladas, pero últimamente el bloque que ha tratado de construir desde su llegada ha perdido solidez y se resquebraja en la retaguardia, tanto por las lagunas en la media como por los espacios a la espalda.
Justamente lo que ocurrió ayer con la
Real, que precisó de muy poco para hacer daño por los despistes de los defensas y la ausencia de coberturas, déficit que dejó solo a
Bautista delante de
Adán y permitió a
Xabi Prieto disparar sin oposición. La réplica correspondió a
Ceballos, omnipresente y vertebrador de la propuesta verdiblanca. Inició prácticamente de la totalidad de las jugadas, la recogía en la medular, rompía la línea de presión donostiarra y conectaba con las bandas en un descomunal derroche técnico y físico.
En la primera parte no tuvo acompañamiento para su talento, si bien en la segunda, aferrado a su orgullo, el utrerano encontró cierto apoyos, con
Petros desenvuelto en la zona de influencia o un
Rubén Castro que apareció para asistir a
Sanabria. Pero cuando el
Betis apretaba, siempre con él al mando, una nueva desaplicación en la zaga tumbaba la animosidad de los heliopolitanos, ya justos de físico para compensar de nuevo la debacle en la base del proyecto de Víctor.