Al
Sevilla se le notó demasiado que sumar un punto ayer en
Lieja le valía para sellar su clasificación. El
Standard le obligó a moverse ante un espejo, pues apenas concedió espacios por dentro, intentando pagarle con su propia moneda a los blanquirrojos, que cuando se percataron de estos inconvenientes, se dedicaron a controlar el partido, a bajar el ritmo y a intentar que pasasen pocas cosas. No obstante, el plan era bastante arriesgado con un exiguo 0-0 y
Djenepo lo castigó.
De inicio,
Preud'Homme sorprendió con su cambio de dibujo. Pasó de su habitual 1-4-4-2 a un 1-3-5-2, idéntico al sistema de
Machín. El belga tomó nota tras la manita en el
Sánchez-Pizjuán y opuso un planteamiento simétrico, que favorecía el marcaje al hombre, especialmente sobre
Banega, y que cerraba pasillos interiores. Además, le daba el balón al
Sevilla, dificultándole así que pudiese montar esas transiciones rápidas que tanto rédito le están dando este año. No pudo hacer ni un contragolpe. Con el '10' cercado por
Bastien y
M'Boku (y Marin tras la lesión de éste), crecía la responsabilidad de
Roque y el
Mudo en la salida. No obstante, la principal carencia estaba en las bandas. Necesitó mucho más de
Aleix y
Arana, que aparecieron muy poco y cuando lo hicieron fue sin acierto. Con todo, la mejor ocasión fue un centro del brasileño que
Ben Yedder no logró empalar bien.
Tras capear algunos problemas en la defensa de centros laterales que buscaban al gigante
Emond (peligroso arriba, pero torpe por abajo), el
Sevilla se hizo con las riendas y tocó con tranquilidad. Sin generar ocasiones, pero encontrando espacios para que apareciese
Banega. Fue entonces cuando se sucedieron los inconvenientes. Primero, la lesión de
Aleix Vidal; 15 minutos después, la expulsión de
Sarabia, su sustituto en el carril diestro, y entre medias, el 1-0. Los últimos 20 minutos estuvieron marcados por las prisas del
Sevilla, que acabó a la desesperada con un 1-4-2-3 y
Mercado y
Muriel de laterales.