La relación de Stefanos Tsitsipas con la arcilla del Real Club de Tenis de Barcelona no se puede definir de otra forma que como amor y odio. Aquí llegó a la primera final de su carrera con tan solo 19 años, presentándose al mundo como un gran especialista en tierra batida que estaba llamado a suceder a los Nadal, Ferrer y otros terrícolas de turno. Pero han pasado las temporadas y aunque sí que se ha confirmado como un tenista de la más absoluta élite, triunfando en grandes torneos, como el pasado domingo en el Master 1000 de Montecarlo, aún no ha podido coronarse en el Conde de Godó, y eso que la de hoy era su cuarta presencia en la final.
En 2018 y 2021 su verdugo fue Rafa Nadal, y el año pasado Carlos Alcaraz. En esta edición llegaba como el gran favorito, con el murciano en casa y el manacorí muy por mermado, pero se ha cruzado en su camino un excelso Casper Ruud, al que había ganado hace una semana, para volver a derrotarle en dos sets. El noruego logra así el primer ATP 500 de su vida, tras una semana maravillosa en la que no ha cedido un solo set. El noruego se ha impuesto por 7-5 y 6-3, en una hora y 29 minutos de partido.
Ruud se vengó de la derrota que sufrió en la final de Montecarlo la semana pasada y dejó al heleno sin el título del Godó. Así Tsitsipas se une al club que forman el español David Ferrer y el argentino Guillermo Vilas, hasta hoy los tenistas que más finales habían perdido en Barcelona, con cuatro. La final de la ciudad catalana poco tuvo que ver con la que ambos disputaron hace 7 días en el torneo monegasco y en la que Ruud perdió contra la séptima raqueta mundial por 6-1 y 6-4 en una hora y 38 minutos. Y eso que el tenista de Oslo, sexto del ranking ATP, no pudo empezar hoy peor el partido, perdiendo su saque en el primer juego.
Tras los nervios del arranque, Ruud tomó la iniciativa tras romper el saque de su adversario en el sexto juego y ganar el suyo en el siguiente para adelantarse por 4-3. Pero a Tsitsipas no le entraba el revés e intentaba acortar los puntos protegiéndose con la derecha, pero Ruud empezó a encontrarse cada vez más cómodo en el intercambio, sobre todo con su revés, el arma que hoy mejor le funcionó, y con la que se gustó a base conseguir paralelos ganadores. Con 6-5 para el escandinavo, a Stefanos le entraron los nervios y concedió dos bolas de set. Y con la primera fue suficiente, porque el ateniense estrelló un volea contra la red para entregar la primera manga por 7-5.
Falto de energía, Tsitsipas pareció acusar los dos últimas batallas que había tenido que librar. Ya que, en cuartos de final, tuvo que salvar dos bolas de partido ante el argentino Facundo Díaz y, en semifinales, volvió a acabar exhausto tras remontar de nuevo un set en su partido ante el serbio Dusan Lajovic. En cambio, a Ruud se le veía más fresco y sobre todo, más convencido de lograr la victoria. Más aún cuando consiguió una rotura en el cuarto juego quel encarrilaba definitivamente el partido, poniendo el 4 a 1 para el noruego, mucho menos errático y más sólido al resto que su adversario.
Incluso podía haber acabado el partido antes si llega a aprovechar otras dos bolas de 'break' en el sexto juego de esa segunda manga, cuando a estas alturas del choque, a Tsitsipas se le veía ya entregado. De hecho, el último juego del partido fue la confirmación de este caída de brazos del griego, que envió cuatro bolas fuera para regalarle el 6-3 en blanco a Ruud que, con su triunfo en Barcelona, no solo se proclamó campeón del Godó, sino que también desequilibró a su favor su cara a cara con el de Atenas, que ahora es de 3 a 2 a su favor.