Lo último que se supo de él hace dos meses era que había sido confundido con un guardia de seguridad por uno de sus compañeros de equipo debido a su sobrepeso.
Joris Gnagnon llegó a finales de octubre a Forez y, ya en noviembre, firmó por el
Saint Etienne. Seis meses después aún sigue sin debutar y, de momento, no está para jugar.
"Era muy regordete", reconocía el mencionado compañero, del que no se supo su nombre. Según aseguraba 'Le Parisien', cuando Gnagnon llegó procedente del
Sevilla FC tenía
20 kilos de más y Pascal Dupraz, el técnico que sustituyó en diciembre a Claude Puel, pidió que le ficharan a otro central ante las dudas que tenía de que el exsevillista pudiera llegar a ponerse en forma.
El club lo mantuvo en nómina, pero cumplió con el deseo de su entrenador y le fichó a otro central, en este caso otro ex de LaLiga, el exvalencista Mangala, que estaba sin equipo desde que el verano pasado acabara contrato con el equipo che.
En todo este tiempo, sólo se sabía que Gnagnon seguía entrenándose y según Loïc Perrin, coordinador deportivo de la ASSE, se había esforzado para ponerse en forma. “Se esforzó mucho, pero tiene que esforzarse más para volver a su nivel óptimo de forma.
Jugó con el filial. Y ya hace entrenamientos colectivos”, aseguraba hace unas semanas. Sin embargo, hasta ahora no ha entrado en ninguna convocatoria.
Cuando firmó por el Saint Etienne lo hizo hasta junio a razón de
30.000 euros al mes, diez veces menos que lo que cobraba en el Sevilla. Pero ante su bajo estado de forma recibió un ultimátum en enero y, según ha desvelado L'Equipe, se ha reducido el sueldo seis veces más; hasta el punto que
ahora cobra 5.000 euros brutos al mes, un sueldo impropio de un futbolista profesional de una de las cinco grandes ligas.
Gnagnon, que
firmó por el Sevilla FC en 2018 por 15 millones y salió con esta temporada empezada tras dos campañas casi inédito por sus problemas de peso, ya tuvo que perder 13 kilos antes de llegar al cuadro hispalense para poder jugar en el Rennes, como él mismo reconocía en una entrevista. Por lo que sus problemas de peso no son nuevos.
En los más de tres años que ha pertenecido el central galo a la disciplina nervionense su aportación se reduce a
17 partidos oficiales, poco más de 1.200 minutos disputados, y un sinfín de impedimentos propios y ajenos para encontrarle una salida digna con la que recuperar parte de lo invertido o con la que que seguir perdiendo dinero con su figura.
Tras intentar venderlo y no lograrlo de ninguna manera -él y su agente tampoco ayudaron-, también se trabajó sin suerte en posibles cesiones que se hicieran cargo de su ficha, de 1'4 millones de euros netos por curso.
Al final, no quedó otra que el despido. Pruebas para justificarlo tenía de sobra. Y con el tiempo están llegando aún más.