De familia humilde y pescadora de Barbate, acogió el sobrenombre de su abuelo, 'Pejiño', por el símil de su estatura y los
pequeños peces que aparecen pegados a los lomos del atún una vez son capturados. Francisco Jesús Crespo García está viviendo un sueño. Llegó al Sevilla el pasado verano tras ascender con el Cádiz B a Tercera. Su buena temporada no pasó desapercibida para los técnicos nervionenses, que no dudaron en darle
un año en el Sevilla C a modo de prueba.
El efectivo representado por Elite Internacional Sport aprovechó sus oportunidades de la mano de
Paco Gallardo y Carlos Marchena -hoy adjuntos a la dirección de fútbol-, encargados de pulir un diamante en bruto que necesitaba mejorar sobre todo en el aspecto táctico. Esas buenas actuaciones encadenadas llevaron a que terminase la temporada jugando en el Sevilla Atlético antes de debutar en Linares, en el homenaje a Fran Carles, con
dos tantos para el primer equipo.
Fueron esos minutos con Joaquín Caparrós como entrenador los que le valieron para posteriormente sellar, a sus 21 años, el contrato con el Sevilla Atlético, pasaporte directo para realizar la pretemporada con el Sevilla de Pablo Machín, algo que no logró alcanzar en Cádiz. "Es un jugador con duende,
no se le puede exigir lo mismos que a otros, pero si esta aquí es porque pensamos que puede aportarnos cosas. Ha hecho un buen partido, ha estado a la altura", comentaba el pasado sábado el técnico soriano sobre la irrupción del gaditano.
A pesar de haber sido un futbolista de banda durante toda su carrera, se está adaptando a la perfección al rol que requiere la mediapunta hispalense,
dotando de movilidad y llegada al ataque blanquirrojo. Zurdo, de buen pie, hábil, con regate y cambio de ritmo, Pejiño es un producto diferente. En la velocidad tiene la capacidad de mantener la pelota muy técnicamente.
Quienes lo conocen hablan de un jugador que valora el esfuerzo en el día a día y no piensa en el futuro. Ante el Bournemouth, las sensaciones que dejó fueron buenas, pero estas quedaron incluso en mejor posición ante el Murcia, partido en el que
envió un balón al palo y en el que tuvo una continua interacción en el juego. En el vestuario ha sido recibido como uno más, algo que incluso sorprende al propio Pejiño, quien se siente muy bien integrado por los profesionales, al igual que el resto de canteranos. Es
una de las señas de identidad del nuevo cuerpo técnico, que no establece diferencias entre jóvenes y veteranos. Ahora que ha llegado, Pejiño es plenamente consciente de que le queda lo más difícil: mantenerse. El barbateño quiere marcar diferencias como lo hacía de pequeño. Ahora, en la elite.