Más capítulos que Arrayán acumula ya el adiós de
Unai Emery de Nervión, habiéndose convertido en un culebrón en toda regla en el que ahora le toca sufrir al de Hondarribia.
Si días atrás fue el aficionado sevillista quien se mordía las uñas mientras que refrescaba las páginas web deportivas ávido de información fresca sobre el futuro del todavía técnico del
Sevilla -desde una perspectiva legal-, ahora ha llegado el momento de incertidumbre para el vasco, quien se siente en tierra de nadie y con la mosca detrás de la oreja ante lo complicado, a la vez que tenso, que supone negociar con un jeque árabe como
Nasser Al-Khelaïfi, propietario del
París Saint-Germain. Unai Emery lo tiene todo cerrado con el conjunto parisino desde hace varios días, o al menos creía tenerlo. Y como tal, lógicamente, se lo comunicó al
Sevilla a través de una carta. El problema ha llegado ahora, cuando tras varias jornadas nada avanza y el finiquito de
Blanc, al que sucederá en el banquillo parisino, se ha enquistado más de la cuenta, negándose el técnico galo a conversar con los rectores del
PSG y solicitando que sea el propio
Nasser Al-Khelaïfi quien se ponga en contacto con él de manera telefónica para comunicarle su despido y, por tanto, abonarle los 20 millones de euros que tras haber renovado en marzo hasta 2019 entiende que por contrato le corresponden. Y ahí, en los 20 kilos, es donde comienza el canguelo de Emery, pues sabe de buena tinta que
Al-Khelaïfi no está por la labor, considerando que al francés sólo le corresponderían diez en base a unos argumentos que sólo él consigue entender.
Es decir, diez millones de diferencia con su predecesor que tienen a
Unai Emery en 'stand by'. Una falta de oficialidad de su nuevo contrato que le impide, además, disponer de los dos millones de euros que debe abonar al
Sevilla para conseguir su liberación. Una libertad que doblegaría su precio el próximo 1 de julio, volviendo a costar por contrato los cuatro millones de euros que marcó durante los once meses anteriores. Y claro, los días pasan y el dueño del
PSG no le paga... Por lo que ahora es él, y no los sevillistas, que ya han visto cómo su club ha ‘firmado’ a Sampaoli, a quien no le quedan uñas por digerir, teniendo el móvil prácticamente gastado a la espera de que llegue la ansiada llamada o el esperado mensaje que le confirme el fin del culebrón. Es decir, un auténtico esperpento que firmaría el mismísimo Ramón Valle-Inclán y que daría para más de un chiste.
Una situación grotesca que, según apuntan ciertas informaciones, habría despertado cierto recelo en el propio
Unai Emery, quien vería demasiado arriesgados los movimientos de la dirección deportiva sevillista con Sampaoli, teniendo en cuenta que él es, a efectos legales, técnico del
Sevilla Fútbol Club todavía. Y es que al de Hondarribia, eso sí, no se le ha visto pasear por París de la mano de Nasser Al-Khelaïfi ni de ningún rector parisino, como sí ha hecho el exseleccionador chileno, quien, incluso, se fotografió en las entrañas del Sánchez Pizjuán con el presidente
José Castro en una imagen difundida por el club en su página web que posteriormente acabó siendo sustituida por otra con
Monchi en el aeropuerto de San Pablo... ¿Casualidad?
Todo eso, unido a unos premios pendientes de pago al vasco por los éxitos deportivos del pasado curso, han enrarecido el ambiente hasta el punto de que los jugadores de la selección española, durante los rondos, hablen incluso de ello, como ayer demostraron las cámaras de
'Cuatro'.En Nervión, hoy por hoy, están tranquilos, confiando en que no acabará habiendo sorpresas.
Unai Emery, sin embargo, presenta muchos más nervios.