En el
Sevilla se rehuye de la palabra objetivo cuando se refiere a la
Champions y se prefiere utilizar como nexo un término libre de presión para el plantel y estrechamente vinculado últimamente con el Sevilla:
ilusión. No obstante, cada vez resulta más complicado concienciar al
aficionado de que la meta no se encuentra entre los cuatro primeros, porque el equipo no cesa de ofrecer
argumentos para creer que regresar a la elite va más allá de un sueño, que se ajusta a la realidad del proyecto de
Emery, cuarto en la clasificación.
Contra el
Almería desplegó todo un muestrario, con una lección de
solvencia y otra exhibición de
autoridad que le define como uno de los rivales más intratables de
Primera. Atrás quedan los complejos que no hace demasiado lastraban a los nervionenses y le convertían en un equipo sin capacidad para reaccionar y que se hundía ante la adversidad por su baja confianza en sí mismo.
Ahora el
Sevilla es otro, principalmente porque cree en sus posibilidades, porque
Emery ha reconstruido su autoestima y dotado de una personalidad muy definida. Sabe a lo que juega y lo practica con una convicción asombrosa, con paciencia, consciente de que su momento llegará en el partido y que lo rentabilizará tal y como hizo en
Los Juegos Mediterráneos, donde controló la situación sin aparentarlo gracias a su trabajada solidez cimentada sobre la máxima solidaridad en tareas defensivas. Contuvo sin sufrir en exceso a un
Almería animoso, igual que al
Rayo, y cuando la tuvo liberó su efectividad.
Dos zarpazos, tres puntos y la sensación de que funciona con el piloto automático, reflejo de la completa asimilación y aplicación de la
filosofía de
Unai. Y es que, más allá de su insistencia en el plano táctico y su exhaustiva labor en el día a día, Emery cuenta con el total respaldo de una
plantilla que valora su trabajo y sus conocimientos y que ha dado la cara por él cuando lo ha necesitado. Un vestuario que destaca por una unidad que luego se percibe en el terreno de juego, favorecida por la gestión de sus recursos de
Emery, quien mantiene a todos en tensión, alimentando el hambre de éxitos de un grupo insaciable.
1. Efectividad demoledoraEl Almería sufrió el domingo el elevado acierto del Sevilla de cara a puerta, pues le bastaron muy pocas llegadas con verdadero peligro para abrir brecha en el marcador con los goles de Iborra y Coke. Y es que, como ha demostrado en sus dos últimas salidas ligueras y también contra el Celta, el equipo de Emery no suele perdonar de cara a portería, por lo que no necesita generar demasiadas ocasiones para obtener rédito. Una virtud de equipo grande.
2. Solidez atrás y colectivaLos siete partidos con la portería a cero -los últimos cuatro consecutivos- y el hecho de que sólo en dos envites le hayan marcado más de un gol- definen la fortaleza defensiva sevillista, que parte del trabajo colectivo y de la solidaridad global en la contención y que cristaliza en una zaga a un nivel extraordinario. Solidez que además sobrevive a la baja de sus puntales por su profunda interiorización.
3. Automatismo estilísticoA Emery se le criticó en su momento la indefinición de su propuesta, pero con el paso del tiempo su Sevilla ha desarrollado una personalidad reconocible y trasladada con precisión a la práctica, hasta el punto de que juega prácticamente de memoria. Los nervionenses tienen las ideas muy claras, se ciñen al guion con un automatismo avanzado favorecido por el hallazgo del ansiado equilibrio defensa-ataque. El librillo de Emery se aprecia sobre el césped con una interpretación armada de paciencia y madurez y que transmite suma tranquilidad.
4. Confianza en sus posibilidadesEste Sevilla cree ciegamente en sí mismo y ha aprendido a controlar situaciones en las que antes se desquiciaba arrastrado por su baja autoestima. Sabe que puede, maneja los tiempos con oficio y se recompone ante la adversidad, con capacidad de reacción y sin rendirse nunca.
5. Materia prima en abundanciaMonchi construyó en verano un plantel compensado y versátil que le ofrece a Emery materia prima abundante y de garantías para gozar de alternativas y poder dosificar fuerzas de cara a las tres competiciones. Así, el míster se ha abonado a las rotaciones, lo que le permite descansar a los habituales y, por ende, tener metidos a todos sus pupilos. Esto provoca que jugadores como Iborra (autor del 0-1 en Almería), con menos protagonismo, respondan cuando se les requiere por las circunstancias. Además, se espera que en enero llegue algún refuerzo para el centro del campo.
6. Intocable en el Sánchez PizjuánNervión ha recuperado su condición de fortín, elevada a la máxima expresión con una espectacular racha de resultados. No en vano, los de Unai, implacables en la Bombonera, no pierden en su feudo en Liga desde febrero y es el único equipo invicto en casa en este curso.
7. Sólo se habla de fútbolMás allá de lo ocurrido en la Junta de Accionistas, José Castro ha instaurado una tranquilidad institucional que contribuye a que en el vestuario sólo se hable de fútbol y no haya distracciones. Lejos quedan los problemas de pago de la 12/13.
8. Química entre el vestuario y UnaiLos jugadores confían en Emery y le han respondido en sus peores momentos, con un respaldo inquebrantable. Es el reflejo de la gestión realizada de puertas para adentro por Unai, que transmite su entrega y compromiso al resto, y favorece la unidad y el excelente ambiente que se respira en el grupo, uno de los factores determinantes más allá de lo puramente deportivo. El enfado de Aspas ante el Celta, una anécdota aislada.
9. El respeto de los rivalesSus éxitos el curso pasado y sus números y sensaciones en el actual han devuelto el prestigio al Sevilla, al que todos consideran de nuevo un aspirante a la Champions. Un respeto a nivel nacional y europeo que eleva la moral sevillista y de alguna manera condiciona a los rivales.
10. La magia del '10'Reyes ha asumido este curso el rol protagonista que se le pedía desde que regresó y eleva el nivel del equipo por sí solo, marcando la diferencia ya en varios partidos. Su magia será determinante para estar en Champions.