El
Real Betis alcanzó el
objetivo fijado a principios de temporada, la
clasificación para competiciones continentales, evitando el 'purgatorio' de la
Conference League y asegurando sobre la bocina su presencia en la
Europa League. Con altibajos, tras un gran inicio y un
bache importante a finales de 2020, Manuel
Pellegrini supo reconducir a un equipo que era, pese a salirle bien a veces el intercambio de golpes,
de los más goleados de Primera. El trabajo a nivel defensivo, con
Mandi y Víctor Ruiz en plan estelar, dio sus frutos en una segunda mitad de campeonato en la que la segunda unidad respondió con creces, quedando con el
balance de tantos a cero.
Sólo dos derrotas desde el cambio de año (ante Barça y Sevilla). Quizás
demasiados empates que postergaron el alirón, sí, pero una sensación de conjunto
fiable, que se levantó de cuantos golpes recibía y que peleó todos los partidos, fuese cual fuese el rival, deben alojarse en el casillero del míster chileno, que cumplió su encomienda de
mejorar las prestaciones de la plantilla del año pasado, amén de
revalorizar a gente joven como Aitor Ruibal, Miranda o Lainez. Un cuadro heliopolitano de menos a más que ha terminado con
notable alto.
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