Ni siquiera le ha dado tiempo a hacer balance del tercer tercio liguero. Ese disgusto se lo ahorra, porque realmente tenía pocos argumentos de los que presumir. También dice el presidente del Betis,
Ángel Haro, que el club no ha pagado finiquito, que se ahorra los otros tres años de contrato con los que ató a uno de los pilares de su nuevo proyecto:
Miguel Torrecilla, un director deportivo que les enamoró -a él y a José Miguel López Catalán, así lo dijo en su presentación- por su forma de trabajar.
Compraron a
Torrecilla porque era algo más, aportaba un plus que faltaba a la entidad. Compraron un equipo de trabajo y un método que necesitaba el Betis, pero la declaración de intenciones se perdió en el tiempo y no se ha visto correspondida con hechos. La hemeroteca vuelve a dejar sin el más mínimo valor y crédito la palabra de
Haro.
Torrecilla, con 12 ó 13 kilos menos de peso por la tensión acumulada, pasa a incrementar la larga lista de víctimas que devora el
Real Betis.
Si es cierto que
Torrecilla ha pedido la cuenta y se ha ido
al
Sporting de Gijón sin exigir parte de su amplio contrato firmado, ya están tardando los dirigentes béticos en inventar alguna fórmula para transmitirle el mayor de los agradecimientos. Le han puesto a
Serra Ferrer anulando sus funciones, le han quitado el poder, como le quitaron de la foto de la contratación del nuevo entrenador, y lo que nos vendieron como una estrategia para fortalecer la estructura deportiva del club, acaba en otro viraje improvisado del
Betis sin rumbo.
Un fallo puntual lo comete cualquier gestor. Dejar la cuneta llena de 'cadáveres' (dos directores deportivos -
Maciá y
Torrecilla- y cinco entrenadores (
Mel, Merino, Poyet, Víctor Sánchez del Amo y Alexis -aunque dos sean interinos-), pone de manifiesto una alarmante falta de criterio y de competencia para gobernar. Cada despido lleva implícito una parte de fracaso de quienes mandan, en el fútbol y en cualquier empresa. Porque hay fallos en la elección de la persona contratada, en el control a su trabajo, en el conocimiento de los factores que evitan el éxito, en la inacción para cambiar el entorno para que le ayude a triunfar?
Torrecilla ya es pasado. Quitó lastre y deja un plantel con muchísimas carencias que necesita una tercera renovación. Esta vez la hará
Serra Ferrer, la última bala y el gran escudo que les quedaba a
Haro y
Catalán. Se negaron siempre a su vuelta, querían crear su propio
Betis, pero sólo el crédito del mallorquín les permitía permanecer en el poder como figuras decorativas -ya no mandan- mientras Serra lo ejerce en un tercer intento. Ha fichado a
Setién, un entrenador atrevido que necesita un plantel de futbolistas competitivos y con calidad para que pueda triunfar con su innegociable modelo de fútbol ofensivo. Un nuevo intento para salir de la mediocridad que está generando nuevas ilusiones, inevitable. Aunque la marcha de
Torrecilla ha vuelto a dejar al descubierto la pésima gestión de
Haro y
Catalán, incapaces de frenar el espíritu autodestructivo de un Betis que engulle a profesionales a velocidad de vértigo.