La lesión que sufrió el pasado sábado Mouctar Diakhaby ante el Real Madrid es una de las más graves que se recuerdan en la historia reciente de LaLiga. La fortuita caída de Tchouameni sobre su pierna le provocó una dislocación de la rodilla derecha que se llevó por delante todos los ligamentos y el menisco, una lesión muy rara y que se da en un 0,02% de las lesiones de esta articulación, y que hizo temer incluso por la posibilidad del central de volver a andar. Pero ahora, una vez estudiado con detenimiento el caso y tras comprobar que la arteria y el nervio estaban bien, el valencianista va a ser operado esta semana en Francia por el doctor Bertrand Sonnery-Cottet, una eminencia de la traumatología deportiva y que ya sabe lo que es salvar la carrera de un deportista con una lesión prácticamente similar a la central, y al que también daban por desahuciado.
Pese a que no es futbolista, el precedente genera mucho optimismo. Hay que remontarse hasta el 2017, cuando el esquiador francés Valentin Giraud Moine sufrió una brutal caída en la estación de Garmish que le provocó la luxación completa de ambas rodillas. El pronóstico era peor que el del franco-guineano por el mero hecho de ser doble. De hecho, al de Gap le dijeron que "con suerte" podría llegar a ser monitor de esquí si todo iba muy bien. Pero cuando parecía condenado a concluir su carrera, apareció Sonnery-Cottet para llevar a cabo un complejo trabajo en el que utilizó un injerto completo del mecanismo extensor, debido a la necesidad de reconstruir múltiples estructuras, además de tornillos para fijarlos, tal y como explicó en 2019 en un artículo de la Orthopaedic Journal of Sports.
El esquiador necesitó de 22 meses hasta volver a competir, pero al ser el suyo un deporte en el que las dos rodillas son vitales y sufren mucha carga, requirió de una recuperación mucho más exhaustiva, además de que estuvo mucho tiempo parado al ser la lesión en ambas piernas. En el caso de Diakhaby, si todo sale bien, podría estar de vuelta a los terrenos de juego en poco más de un año, aunque habría que esperar a que todos los injertos se acepten bien y una vez conseguida esa adaptación, recuperar poco a poco la fuerza de la articulación. También habrá que esperar como reacciona sobre el césped, ya que para el máximo nivel y en alguien de su estilo, edad y peso, es complicado augurar cuál puede ser su futuro, no obstante, el caso de Giraud es un ejemplo a tener en cuenta, tanto por el maravilloso resultado, como por la habilidad del cirujano.