Lucas Ocampos, que es historia del Sevilla FC, desde este mismo martes también es historia en el club de Nervión. Llegó en 2019 procedente del Olympique de Marsella francés por 15 millones de euros y se marcha en 2024 al Rayados de Monterrey por la mitad de lo que costó. Entre medias, se convirtió en una pieza esencial para conquistar la UEFA Europa League de 2020 en Colonia, inolvidable su cabezazo al Wolverhampton, y regresó de su humillante cesión en el Ajax para ganar también la UEL de 2023 en Budapest. Pieza clave en este lustro para los muchos entrenadores que han pasado por el banquillo, ha jugado en todas las posiciones: en las cuatro de banda, de delantero y ¡hasta de portero! Carismático como pocos, puro derroche de pundonor, su marcha es el enésimo golpe que recibe un sevillismo carente de referentes. No obstante, especialmente se convierte en un nuevo motivo de crispación, en un argumento para criticar pase lo que pase. Y eso define la cruda realidad de la entidad blanquirroja a día de hoy.
De todo ello hemos debatido en ESTADIO Deportivo, durante el programa número tres de la segunda temporada de 'La Prórroga de ED', espacio de esta casa que dirige y presenta el periodista José Antonio Rivero. A falta aún de que Sevilla FC y Monterrey CF hiciesen oficial el traspaso de Ocampos, algo que ha tenido lugar en la sobremesa de este martes sólo unos minutos antes de que el argentino se despidiese de la familia nervionense desde sala de prensa y junto a los trofeos conquistados, el debate ya giraba en torno a las múltiples aristas de una operación que va a reportar siete millones de euros en las deterioradas arcas del Sevilla FC pero que, pase lo que pase, está siendo criticada y seguirá siendo un tema de confrontación.
El Sevilla FC ha accedido a desprenderse de uno de los mejores jugadores de su plantilla con el mercado de fichajes europeo ya cerrado y con muchas probabilidades de que ni siquiera se recurra al mercado de agentes libres para encontrar un sustituto o, mejor aún, alguien que aporte el gol que no tiene Pimienta -la ficha de Memphis Depay no termina de encajar-. A Isaac Romero no le da la vida para más y luego sólo está Iheanacho, que nunca ha sido un goleador.
El club se ha andado con pies de plomo y ha conseguido que los aztecas aumenten su oferta por Ocampos en casi doble (empezaron ofreciendo cuatro millones), una cifra más que considerable teniendo en cuenta que acababa contrato el próximo 30 de junio y la renovación no aparecía entre los planes del club ni del jugador. No le quedaba otra, después de que le llovieran los palos después de regalar, literalmente, a River Plate a un campeón del mundo y doble ganador de la Copa América como Marcos Acuña, en pos de poder liberar su salario en su último año de contrato e inscribir refuerzos. El año pasado, los siete millones que ofreció el Aston Villa por el 'Huevo' fueron considerados insultantes. Claro, siete son mucho más que cero.
Sin embargo, aunque a Ocampos le han sacado esos siete kilos (y a él le van a pagar cinco, que tampoco es baladí), los palos siguen cayendo igual. Unos se quejan por 'echar de mala manera' a un pilar del club, otros lo hacen por no haberle vendido el pasado verano o el anterior, cuando podría haberle sacado más. No obstante, de haberlo hecho también se habrían oído quejas. Del mismo, modo si esta directiva llega a rechazar la propuesta de Rayados y el jugador se acaba marchando el próximo verano a coste cero, la ira sería por no ser capaz de pillar nada. Es más, no es difícil aventurar que incluso habría habido ruido si a Víctor Orta le da por ofrecerle una renovación al de Quilmes, ya que entonces sería un jugador amortizado, que cobra mucho y que quizás ya no rinda tanto.
La cuestión, en este traspaso de Ocampos o en el de Marcos Acuña o en cualquier otra cuestión que afecte al Sevilla FC actual, es que absolutamente todo lo que hacen y dicen sus gestores origina gigantescos incendios. Hagan lo que hagan y pase lo que pase. La verdad, no es para menos, pues es difícil hacer peor las cosas y, encima, la pelotita se empeña en seguir sin entrar. Tras dos años arrastrándose por Primera división y después de una casi plena descapitalización de referentes de su plantilla (Bono, Fernando, Sergio Ramos, En-Nesyri, Jesús Navas...), encima esta 24/25 pinta a tercer año dramático seguido. La situación es tan altamente inflamable que el riesgo de incendio es constante. La sensación general del sevillismo es la de un desesperante convencimiento de que 'Lo peor aún está por llegar'.