Sólo jugó tres años en el Sevilla FC, pero la huella que Anton Polster dejó en Nervión es indeleble. Y viceversa, porque a sus 60 años y después de cuatro décadas sigue hablando con emoción del club blanquirrojo. De hecho, empatizó con la lluvia de sentimientos de la semana pasada en el Sánchez-Pizjuán y no le quitará ojo al último partido de la brillante carrera de Jesús Navas, esta tarde contra el Real Madrid: "Es un emblema sevillista y uno de los mejores jugadores de su historia. Todo tiene un final y el suyo ha llegado. Ha sido un jugador de calidad, corazón y fiel a unos colores. Se va un grande".
El austríaco es considerado uno de los mejores delanteros de todos los tiempos a pesar de que nunca jugó en grandes clubes. Austria Viena, en su país; el Torino FC, en Italia; Logroñés y Rayo Vallecano; en España; y Colonia o Borussia Mönchengladbach, en Alemania. En todos los lugares por los que pasó marcó una época; pero colgó las botas con la espina clavada de no haber pasado más tiempo como sevillista, pues eso le privó de coincidir con Diego Armando Maradona. De todo ello ha hablado Polster en una entrevista concedida al diario AS, en la que ha hablado de su relación con Luis de la Fuente y Juan Carlos Unzué, además de con Julen Lopetegui. Sólo tiene buenas palabras para aquella etapa entre 1988 y 1991 en la que firmó 57 tantos en 114 encuentros oficiales. Especialmente recordada es la 89/90, campaña en la que celebró la friolera de 33 dianas (nadie ha igualado aún esa cifra) y obligó al madridista Hugo Sánchez a irse hasta los 38 (cifras siderales en aquella época) para poder alzarse con el Trofeo Pichichi de España y con la Bota de Oro europea. "Le metí presión, siempre estuve acechándole", recuerda entre risas.
"En mi última visita a Sevilla me emocioné bastante. Es mi segunda casa. Además, me prepararon una sorpresa porque vinieron a saludarme ex compañeros como Rafa Paz, Prieto, Francisco y algunos otros. Me encantó verlos de nuevo y revivir viejos tiempos", explica Toni Polster, quien cree que aún pudo rendir mejor, ya que en su primer curso sólo pudo hacer nueve tantos. "Me costó un poco adaptarme al principio, pero después no resultó sólo una aventura futbolística. Fue mucho más allá porque hice bastantes amigos y me integré en la ciudad. Me entusiasmó el carácter de la gente y siempre tendré algo de sevillano en mí. Me gustaba muchísimo ir a cenar con los compañeros después de los partidos", recuerda con nostalgia, arrepintiéndose de rechazar la oferta de renovación cuando concluyó su contrato de tres años.
"Siempre he pensado que cometí un error al irme del Sevilla, pero lo hice por los dirigentes. La organización era desastrosa. Era lo único que fallaba porque todo lo demás era maravilloso. No me arrepentí del todo porque en el Logroñés tuvimos un gran año y el ambiente también era magnífico. Luego en el Rayo fue parecido a Sevilla: la relación con los jugadores y Camacho era genial, pero con los dirigentes no tanto. Fue una pena. Me dio rabia no poder coincidir con Maradona en el Sevilla. Con Diego tenía cierta amistad porque habíamos jugado un partido amistoso en Austria y después salimos y compartimos buenos momentos fuera del campo. Fue un grande. Me dolió cómo terminó", explica un futbolista que fue sustituido por Davor Suker.
"A Luis de la Fuente (actual seleccionador español) le recuerdo como un gran compañero. En aquel momento era muy difícil pronosticar que iba a llegar tan lejos como entrenador. También coincidí en el Logroñés con Julen Lopetegui. En esos momentos nunca imaginé que pudieran llegar a ser técnicos tan exitosos". "Juan Carlos Unzué es un luchador. Me quedé helado cuando me enteré de la enfermedad que tiene (ELA) y todavía se me pone la piel de gallina cuando me lo comentan. Es un ejemplo para todos por cómo está afrontando algo tan duro. Me parece admirable".