La Real Sociedad cayó ayer en el Reale Arena frente al Mallorca en los penaltis (4-5) tras haber firmado otro empate en los 120 minutos que se disputaron en el partido de vuelta de las semifinales de la Copa del Rey. Y como consecuencia, los de Imanol se quedaron sin billete para una nueva final del torneo del KO que se disputará el próximo 6 de abril en Sevilla.
El cuadro realista cogió el testigo de favorito desde el minuto uno tras el empate a cero de la ida. Suyo fue el balón y las mejores ocasiones. La más clara y desperdiciada, el penalti errado por Brais Méndez al filo del descanso. Un centro de Kubo golpeó en la mano del mallorquinista Raíllo y el colegiado extremeño Gil Manzano no dudó en señalar la pena máxima. Pero el cancerbero Greif aguantó al lanzador realista hasta que pudo y con la pierna le desvió su lanzamiento.
Pero el señalado de la Real Sociedad no fue Brais, quien se resarció de este fallo con la jugada del tanto del empate, en la que sirvió una asistencia magistral para que Oyarzabal pusiera el 1-1 en el marcador. Tampoco lo fue el delantero por su fallo en la tanda de penaltis, ya que sin su aportación quizás la Real no hubiese llegado tan lejos en este duelo. Porque fue entrar y en ocho minutos definir como acostumbra y provocar el éxtasis tanto en la afición donostiarra como en su propio entrenador, que lo celebró de lo lindo.
El verdadero señalado del partido fue Hamari Traoré. Y, por ende, Imanol Alguacil por mantenerlo en el terreno de juego durante los 120 minutos que duró la contienda. No fue su día. El lateral estuvo errático durante toda la noche, tanto en ataque como en defensa. Y, sobre todo, en la recta final del partido, donde constantemente se resbalaba y perdía balones una y otra vez.
Y en una de estas, casi al término del tiempo reglamentario, el Mallorca casi pone el 1-2 en el marcador, pero el disparo de Jaume Costa se marchó alto. Respiró aliviado el lateral realista, quien se mostró voluntarioso como siempre, pero impreciso como nunca.
Imanol Alguacil quizás no acertó con los cambios en cuanto a las retiradas se refiere, pero sí en cuanto a las entradas. Si Oyarzabal aportó el oportunismo que necesitaba su equipo para igualar de nuevo la eliminatoria tras el tanto de Gio, otro de sus cambios tuvo un papel sobresaliente. Fue el caso de Becker, quien sustituyó a André Silva tras el descanso y quien en la banda izquierda hizo lo que quiso.
El extremo holandés fue un incordio constante para la zaga mallorquinista. Luchó, asistió e, incluso, rozó el gol en varias ocasiones. Y en la tanta de penaltis contribuyó con su tanto para mantener la emoción hasta el último lanzamiento bermellón, obra de Darder.