El mundo del fútbol y sus reglas siguen su escalada de cambios. Tras la llega del VAR, que ya está más que asentando en todas las competiciones de primer nivel, ahora el IFAB (International Football Association Board) el órgano encargado de mejorar las reglas del fútbol, planea presentar mañana un nuevo avance, la tarjeta azul. Se trata de una tarjeta que castigará las faltas tácticas que sean muy claras, así como las protestas excesivamente intensas a los árbitros. El castigo que supondrá esta nueva cartulina será una expulsión momentánea de 10 minutos, pero no será lo único.
En esencia supondrá, además de la salida del campo por ese tiempo, lo mismo que una amarilla, es decir, la acumulación de dos azules supondrá una roja, al igual que una azul y amarilla combinadas también obligarían al futbolista a abandonar el partido y le costarían una suspensión de cara al siguiente duelo.
Pese a que aún no es oficial, según el medio británico 'The Telegraph', la idea de la organización es presentar la propuesta mañana viernes, en una de sus reuniones dedicadas a perfeccionar el formato antes de que se presente en el congreso anual de IFAB, que se celebrará el próximo 2 de marzo.
Pese a que se va a presentar muy pronto, ya se está probando en categorías europeas de diversos países europeos, y aunque su llegada al máximo nivel se prevé lenta, ya se habla de que la Federación Inglesa (FA) se ha presentado voluntaria para empezar a usarla el próximo año en algunos partidos de la FA Cup, aunque aún está por ver. Eso sí, para su llegada como una norma fija al resto de competiciones aún queda tiempo, ya que ni para esta Eurocopa, ni de cara a la siguiente edición de la Champions League, está sobre la mesa su uso.
La idea de esta nueva sanción nace del viejo sueño de acabar con las protestas hacia los árbitros. Hay muchos jugadores que han hecho de la intensidad y de atosigar a los trencillas un 'arte' y eso es algo con lo que quiere acabar. Además de que las faltas tácticas muchas veces quitan opciones manifiestas de gol y solo se sancionan con una amarilla, haciendo perder mucho más al equipo que la recibe que al infractor. Pese a que la idea de esta implantación pueda tener un sentido, con la marabunta de problemas que generan año a año las pequeñas modificaciones que se hacen sobre las manos o los fueras de juego, una evolución tan drástica puede generar más polémicas que acuerdos.