La temporada 2024/2025 se presenta como una incógnita para el Celta de Vigo. Los gallegos vienen de fracasar el curso pasado en un año especial como el del Centenario. Las expectativas puestas en un técnico de renombre internacional como Rafa Benítez no salieron tal y como se había planeado y el club logró la permanencia en el tramo final de la mano de Claudio Giráldez, hasta entonces entrenador del Fortuna (filial celeste). El mercado de fichajes actual está evidenciando los problemas económicos a los que se enfrenta la entidad. Sólo dos caras nuevas a falta de una semana para el comienzo de LaLiga y han llegado en calidad de cedidos.
La afición olívica quiere más. Pretende olvidar los fantasmas del pasado y vivir un año tranquilo en lo deportivo. El objetivo es claro por parte de la presidenta Marián Mouriño: lograr la permanencia sin apuros y disfrutar con el juego. Giráldez repite en el banquillo tras salvar al equipo pero de momento ve escasos movimientos en su plantilla. Sólo han llegado Borja Iglesias (cedido por el Betis) e Ilaix Moriba (cedido por el RB Leipzig). Hay problemas en las arcas a causa de un motivo concreto: Rafa Benítez.
El conjunto gallego tuvo que regenerarse una vez se confirmó el fracaso con Rafa Benítez. El técnico madrileño fue destituido a mediados de marzo dejando al equipo a sólo dos puntos de los puestos de descenso. Lo que ocurrió tras su marcha es conocidos por todos. Giráldez limpió la imagen y logró el objetivo marcado con resultados.
Sin embargo, la salida de Rafa Benítez abrió un agujero en las arcas del club. Tenía un contrato por tres temporadas y su despido no le salió barato a la entidad. Tuvieron que pagarle nueve millones de euros. Una cifra que está acusando en este mercado de fichajes.
Y eso que el Celta tuvo que vender a su gran figura emergente: Strand Larsen. Se marchó al Wolverhampton por 30 millones de euros. Pero esta operación tiene truco. Este curso juega en calidad de cedido por tres 'kilos' y el 1 de julio de 2025 será efectiva la venta por 27 millones más. Por tanto, el margen de maniobra en estos momentos es escueto como reflejan los movimientos realizados.
Claudio Giráldez espera más refuerzos en el tramo final de la ventana estival, pero deberá conformarse con lo que tiene y sacar el máximo rendimiento a una plantilla que ya demostró con él que puede dar más. La confianza en el de Porriño es máxima y la cantera tendrá un peso específico. Ya se ve con asiduidad en esta pretemporada las figuras de Pablo Durán y Sergio Carreira.
La sombra de Rafa Benítez es alargada y el Celta deberá lidiar con una herencia envenenada. En el fútbol, como en la vida, las cosas no salen a veces tal y como se planean.