Aitor Torvisco4 min lecturaLlegar a ser el director deportivo y el principal responsable de la confección de una plantilla de un equipo de máxima categoría no es un logro nada sencillo, ya de por sí. Aún más difícil de ver resulta si esa persona en cuestión alcanza ese puesto de tanta responsabilidad con menos de 40 años y sin demasiada publicidad en sus trabajos previos. No obstante, lo que realmente es todavía más complejo es conseguir hacer todo eso en el club de tu vida, en el equipo al que animas desde la cuna y del que te consideras todo un incondicional apasionado. Es la historia de Manu Fajardo, un 'loco de la cabeza' -lema que suelen cantar los hinchas verdiblancos a los que "sólo animar al Betis interesa"- que vive a altísimas pulsaciones esta semana previa a El Gran Derbi ante el Sevilla FC que se celebrará en la noche del próximo domingo en el Benito Villamarín.
El dirigente sevillano acaba de cumplir su primer año en el cargo, después de rechazar un auténtico pastón para irse con Ramón Planes y otros de sus antiguos ayudantes en Heliópolis al Al-Ittihad saudí. Fajardo antepuso el sentimiento al dinero y se hizo cargo de la secretaría técnica nada más cerrarse el mercado invernal de fichajes de 2024. En esta 24/25 vive su primera temporada como 'jefazo' y de momento las sensaciones no pueden ser mejores. En LaLiga está luchando por la que sería la segunda clasificación para la Champions League de toda la historia del Betis y además anhela llevar el primer título europeo a las vitrinas del coliseo de La Palmera con la Conference League.
El domingo recibe al eterno rival en medio de una racha de cinco victorias consecutivas y con su trabajo muy bien valorado tras cerrar el refuerzo estrella de Antony Matheus dos Santos, en cuya continuidad ya está trabajando. No obstante, Manu Fajardo no es de esos que sacan pecho o que les gusta aparecer en la primera línea del fuego mediático. Todo lo contrario, es un hombre de pocas palabras y mucho trabajo que siempre busca el segundo plano. Como ha reconocido en una escueta entrevista concedida al diario AS, es un sufridor en silencio. Ama lo que hace y, aún más todavía, adora los colores que defiende actualmente. La celebración, cuando todo sale bien es doble, pero el dolor por los malos momentos también se multiplica.
"En todos los clubes que estuve viví todos los partidos desde la máxima pasión, porque mi día a día es así. Soy una persona que me entrego en cuerpo y alma por los clubes en los que he trabajado", explica antes de reconocer que toda esa intensidad se multiplica hasta el infinito debido a que ahora, además, siente más arraigo que nunca: "Obviamente, en el Betis lo vivo todo al mil por mil porque es mi equipo de toda la vida".
"Es el equipo de mi familia, el que llevo en mi corazón. Por eso vivo cada partido con máxima intensidad, con los nervios previos pero disfrutando siempre", añade el director deportivo verdiblanco, ansioso por alcanzar las cotas más altas posibles y con especial gusanillo en estos días previos a El Gran Derbi: "Ahora tengo la responsabilidad de representar desde mi rol a una institución como el Betis, ahora tengo el placer y el orgullo de representar a su afición y, por supuesto, en el día a día se sufre también".