Rodri Sánchez pasó por las canteras de Espanyol, Atlético de Madrid, Barcelona y Deportivo de La Coruña. Sus padres hacían 400 kilómetros al día para llevarle a entrenar. Una joven promesa del fútbol español que no pasaba desapercibida para los clubes, pero no era feliz. Con 16 años decidió volver a su pueblo, Talayuela (Cáceres), para "reengancharse de todo" y recuperar la felicidad, "que es lo más importante".
"Eran todos los días 200 kilómetros ida y 200 de vuelta; tres días a la semana. Mis padres salían horas antes del trabajo para poder llevarme. Pasabas horas con tus padres de viaje, estudiando... y sacas anécdotas bonitas. El sacrificio es lo más importante. Y que se pudo sacar algo bonito", rememoró en un vídeo de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF).
"Me sentía solo porque me quedaba solo en la residencia muchos fines de semana. Era pequeño y me costaba. Hubo una decisión de que yo no estaba a gusto e iba a ir a peor; así que tomamos la decisión de bajarme al pueblo y reengancharme de todo, del fútbol, amigos, felicidad... un chute de adrenalina", añadió.
"En enero me bajé y en marzo me llamó el Betis para hacerme una prueba. Fui en marzo a hacer una prueba con ellos, le gusté y me dijeron que me quedase ahí. Les dije que era muy precipitado porque otro cambio en mi vida en dos meses iba a ser muy duro para mí. Venía de Coruña, de pasarlo mal, y necesitaba quedarme en casa un tiempo. Les dije que para la pretemporada del año siguiente, si me llamaban, iba", recordó.
El centrocampista desvela en el vídeo cómo gestionó esos momentos de frustración. "En el Canillas y en el Atlético de Madrid yo me hacía el dormido para que cuando llegara al coche no escuchase reprimendas de cómo había jugado. Eso te hace fuerte; hasta que un día se lo conté a mi padre. A los niños hay que dejarlos seguir, vivir, disfrutar y estudiar", dijo.
Un Rodri Sánchez que ahora, con 23 años, se ha ganado un sitio en el Betis y en una selección española sub 21 con la que marcó un gran gol el viernes frente a Suiza. Su padre solo ha ido a verle a un partido con su club, y fue en la final de Copa del Rey de la pasada temporada que ganó y que lleva para siempre en su piel en forma de tatuaje.
"Al Villamarín no ha ido, ha ido a La Cartuja, a la final de Copa, porque le obligué yo. Llegó a mi casa el jueves antes y me dijo que no iba; yo me lo tomé a bien porque sé que lo pasa mal y cuando alguien lo pasa mal hay que respetarlo y entenderlo. Pero ese día era bonito, si se ganaba lo íbamos a celebrar en familia", aseguró. "Cuando estaba en el campo yo miraba a la grada y le miraba. Con sus gestos sabía cómo estaba y si era feliz", completó.
Además, Rodri Sánchez cierra el video recordando su máxima, la de buscar la felicidad. "Siempre que vengo a la sub 21 quiero ser de lo mejor para que el míster esté conmigo y yo vuelva feliz; que la felicidad es lo más importante", concluyó.