Pocos equipos serían capaces de soportar una crisis creativa como la que afecta al Real Betis. Sin su columna vertebral del pasado ejercicio (se fueron, vía cláusula, Germán Pezzella y Ayoze Pérez, amén de lesionarse de gravedad Isco Alarcón), la recaída del costasoleño fue un duro golpe a la planificación verdiblanca, que supo reaccionar también sobre la bocina a la obligada venta de Nabil Fekir contratando al mejor sustituto posible en la media punta: Giovani Lo Celso, superando el hecho de que otro hombre de confianza por dentro del 'Ingeniero', William Carvalho, se despidiera anticipadamente de la temporada 24/25, en el mejor de los casos hasta casi su epílogo. El retorno del rosarino vino acompañado de un descomunal acierto ante la meta contraria que ayudó a resolver varios partidos seguidos, por lo que, cuando se rompió con Argentina, la moral heliopolitana quedó por los suelos.
Iker Losada, Pablo Fornals, un Dani Pérez a quien el 'Ingeniero' no ve aún preparado... Las soluciones escaseaban y, además, difícilmente podrían ser perdurables, ya que, teniendo en cuenta que el '20' no estará operativo hasta después del parón de noviembre (siendo optimistas), quedaban siete partidos (uno cada 3-4 días), imposibles de afrontar por un solo 'cerebro'. Y el míster suramericano ha cortado por lo sano, apostando por un giro de timón inesperado, prácticamente sin precedentes, al menos de inicio. Como ensayó en algunos encuentros de pretemporada y durante los días previos a la visita al CA Osasuna, sacrificó Manuel Pellegrini su indiscutible 1-4-2-3-1 para apostar en Pamplona por un 1-4-4-2 asimétrico, con el castellonense echado a la izquierda y no Vitor Roque, pese a ser una posición conocida por el brasileño en el Athletico Paranaense y el FC Barcelona.
Con una presión alta y un adelantamiento de la segunda línea al completo, Sergi Altimira y Johnny Cardoso se afanaban en el achique, alternándose en la zona del '10' hombres como el propio ariete de Timóteo, que se colocaba preferentemente en paralelo con Cédric Bakambu, un Aitor Ruibal que trazaba continuas diagonales desde el perfil derecho y el mismo Fornals, seguramente el más dotado para repartir juego. Desde esa demarcación dio el pase interior al de Sallent para que éste asistiera en el 0-1 a 'O Tigrinho' y generó otros muchos servicios interiores en ventaja para los atacantes, aunque también se asoció en el perfil zurdo con Romain Perraud o bajó a iniciar la jugada o a defender cuando la ocasión lo requería. Una especie de comuna, una cooperativa para que todos manden en ausencia de los cuatro que han ostentado el cetro más veces en los meses anteriores.