Cada vez que el Real Betis entra en crisis, considerando ésta no ya una derrota, sino una serie de malos resultados que, como en Zagreb, conlleven una decepción sin marcha atrás, el debate sobre el futuro de Manuel Pellegrini y la conveniencia de que siga en el banquillo verdiblanco resucita. El tercer gran fiasco de la temporada 23/24, tras el tercer puesto en la fase de grupos de la Europa League y la eliminación en los dieciseisavos de la Copa del Rey ante el Deportivo Alavés, aconteció en el Stadion Maksimir, donde el conjunto heliopolitano volvió a mostrar una imagen indolente, inocua y frágil ante el Dinamo que le hizo despedirse a las primeras de cambio de la Conference League, una competición menor que, pese a suponer un consuelo para seguir sellando el pasaporte y luchar por su primer título continental, nunca afrontaron en La Palmera con las suficientes convicción, concentración y motivación.
Las voces discordantes, que las hay también a pesar de la evidente labor encomiable del chileno desde su aterrizaje en 2020, esperan agazapadas la oportunidad de señalarle, en este caso por su escasa autocrítica y sus 'dardos' a la planta noble, con la planificación como arma arrojadiza. Ya no está Ramón Planes, un intermediario pintiparado a la hora de rebajar y conciliar los egos que indudablemente componen la comisión deportiva, al tiempo que el sustituto del ilerdense, Manu Fajardo, mantiene por ahora un perfil más bajo. No sólo por eso, pero también, el club ha apostado por la entrada de Miguel Calzado, un profesional apreciado y respetado en los despachos y en el césped al que, sin desmerecer ni mucho menos al nuevo jefe de la planificación bética, que se está ganando el sitio con trabajo pero también con muchas otras virtudes personales, se le atisba un 'feeling' especial con el 'Ingeniero'.
Afirmar con rotundidad que los que mandan en Heliópolis están todos contentísimos con Pellegrini sería tan inexacto como defender que su crédito ha disminuido. Y, en el sentido opuesto, desde el entorno del veterano preparador de Santiago coinciden con el otro 'bando' en la inexistencia de un divorcio, ni siquiera una separación. Por ende, a estas alturas, las dos partes de la historia ven harto improbable que se produzca, por seguir con el argot matrimonial, cualquier cese, temporal o definitivo, de la convivencia, de la coexistencia en la capital hispalense. En la planta noble del Benito Villamarín apostaron el pasado verano por Manuel, ampliando un año (hasta 2026) su vinculación y mejorando las cantidades para él y su cuerpo técnico, conscientes de que las tentaciones, especialmente pero no sólo desde Arabia Saudí, porque también hubo clubes ingleses y alemanes preguntando por su situación, fueron dignas de estudio. Y el ex del City se ha cansado de repetir que cumple sus contratos.
Bajo su mandato, en estas tres temporadas y media, el Betis se clasificó siempre para la Europa League y consiguió una Copa del Rey, su primer entorchado en 17 años. Ahora, pese a la triple decepción, doble en las competiciones continentales, el objetivo sigue estando al alcance. De hecho, ganando al Athletic este domingo se recuperaría la sexta plaza de la clasificación con doce jornadas aún por disputarse. En marzo se espera el regreso de hombres fundamentales en los esquemas del técnico como Bartra, Guido Rodríguez, Isco y Ayoze, cuatro que, por ejemplo, serían titulares en la mayoría de clubes de Primera. Sin 'distracciones' intersemanales (muy a pesar de toda la familia verdiblanca) ni listas UEFA que coarten el margen de maniobra del chileno, se espera un paso al frente para terminar con un aprobado alto y, más que buscar soluciones drásticas, afrontar el verano con el propósito general de enmienda para construir una plantilla capaz de dar la talla también allende las fronteras nacionales.