Fernando Llorente: el Rey León vuelve a rugir

El Rey León vuelve a rugir. Tres goles en tres partidos con la camiseta del Napoli y una respuesta clara, clarísima, a las críticas recibidas por todo el verano.

"Llorente es un jugador acabado, a los 34 años ya no sirve para nada, Icardi es mucho mejor, jugará como mucho cinco encuentros", ironizaban los futboleros de toda Italia e, incluso, una buena parte de la afición 'azzurra' tras su fichaje como agente libre.

Pues, fue suficiente menos que un mes para que el delantero de Pamplona consiguiera mostrar a todos que tiene el mismo hambre de goles, de victorias y de títulos que ha marcado toda su carrera, llenándole de premios individuales y de copas tanto con sus clubes como con la Roja (Copa del Mundo del 2010 y Copa de Europa del 2012).

Trsa vestir las camisetas de Athletic, Juventus, Sevilla, Swansea City y Tottenham, Llorente eligió al Napoli para seguir escribiendo páginas de fútbol, todavía muy lejos de la idea de retirarse del fútbol.

Porque el español es exactamente el delantero centro, puro, que Carlo Ancelotti necesitaba para ofrecer a su equipo otra variante de juego. Un '9' útil como titular o durante el partido. Un artillero con mucha potencia física, inteligencia táctica y el gol en la sangre, capaz de ayudar a sus compañeros a rendir mejor y, al mismo tiempo, de decidir él mismo cada competición como hizo ya contra el Liverpool en la Champions (un tanto) y contra el Lecce en la Serie A (dos dianas), sin olvidarse su asistencia ante la Sampdoria.

Si es verdad que la 2019-2020 acaba de empezar, para Fernando Llorente hablan así -al menos hasta ahora- estadísticas muy concretas y envidiables: el ganador de la Europa League con el Sevilla FC ha marcado un gol cada 44 minutos. Un botín precioso, para él y para el Napoli, el conjunto que hace pocas semanas consiguió convencerle a pesar de las ofertas de media Serie A (Inter, Lazio, Fiorentina).

Con una operación que ha seguramente empezado a devolverle su confianza antes de lo previsto. Llorente está vivo y es la guinda en el pastel de la plantilla 'partenopea'.