A punto de celebrar su primer cumpleaños como presidente,
Gianni Infantino ha dado un revolcón a la
FIFA, en la que el fútbol ha cobrado más fuerza con la ampliación del
Mundial a 48 selecciones, han llegado jugadores al papel de directivos, además de embajadores, y una mujer es su número dos.
El suizo, que horas después de estrenar cargo se vistió de corto para jugar un partidillo con exjugadores como
Fernando Hierro, Luis Figo, Carles Puyol, Michel Salgado, Paolo Maldini, Clarence Seedorf o
Andréi Sevechenko, pilota un proceso de transformación obligado tras el escándalo de corrupción desvelado en 2015.
El enriquecimiento ilícito de algunos de sus exdirectivos y funcionarios hicieron que el mandato de Infantino, iniciado el 26 de febrero de 2016, arrancara con unas primeras reformas que la propia organización se autoimpuso en busca de la credibilidad perdida.
La limitación de mandatos de presidente y directivos (doce años), la transparencia de sus sueldos -un millón y medio de euros al año para el presidente-, la reducción de comisiones permanentes, la creación de un Consejo en lugar del Comité Ejecutivo, con obligada presencia de mujeres en el mismo (seis), y la creación de un comité de control y gobernanza son parte de ellas.
Sobre esta base,
Infantino abrió un mandato hasta 2019, en el que sigue como vicepresidente su principal rival en las urnas, el jeque
Al Khalifa de Bahrein, donde este año será el Congreso. El sudafricano
Tokio Sexwale, que retiró su candidatura antes de las votaciones, preside ahora el comité para
Israel y
Palestina.
La voz crítica la alza a veces el príncipe
Al Hussein, presidente de la federación de
Jordania que ya no es parte del Consejo. El francés
Jerome Champagne, quinto candidato, parece haber dado un definitivo paso atrás.
En mayo, durante el Congreso ordinario celebrado en
México,
Infantino anunció una decisión rompedora con la designación de una mujer como secretaria general.
El cargo, cuyos últimos ocupantes fueron destituidos salpicados por la corrupción, lo asumió la diplomática senegalesa
Fatma Samoura, a quien, por su experiencia de 21 años en la
ONU, definió como la persona adecuada para construir y liderar un equipo.
Su adjunto es el exinternacional croata
Zvonimir Boban, responsable del área futbolística, y el holandés
Marco van Basten se ha sumado como director general para el desarrollo, que abarca desde la innovación de la tecnología hasta el arbitraje.
El Consejo, órgano que ha reemplazado al Ejecutivo, se ha reunido ya dos veces y ha tomado decisiones como el aumento a 48 selecciones en el
Mundial desde 2026, cita que podrán organizar varios países, siempre que no sean de las confederaciones encargadas en las dos últimas ediciones.
El Consejo podrá autorizar una única excepción si los proyectos que recibe no cumplen con los requisitos exigidos. Pero será el Congreso el que elija la sede del
Mundial 2026, en el que habrá 16 grupos de tres selecciones, de las que se clasificarán dos.
A partir de dieciseisavos se jugará por eliminatoria y se jugará 80 partidos en lugar de 50, pero también en 32 días de competición.
Respecto al
Mundial, también es nuevo el mayor control que la
FIFA hará sobre las contribuciones y los gastos del
Comité Organizador de Rusia 2018 y en las posteriores ediciones.
La ampliación a 48 selecciones, aprobada por unanimidad, es una de las decisiones que ha generado polémica, igual que el asistente de vídeo (VAR) en el último
Mundial de Clubes, donde por primera vez un árbitro detuvo un partido, revisó una acción y pitó penalti.
La medida será revisada en la asamblea anual de la
IFAB (International Football Association Board) el próximo 3 de marzo.
La distribución de los fondos de desarrollo con un único programa y no de formas diferentes, como se hacía antes, y la creación de una división de fútbol femenina son otros de los cambios hechos por la nueva
FIFA, que, por primera vez desde 2002, reconoció haber sufrido pérdidas en 2015 por valor de 122 millones de dólares.
Aunque "las reservas de la organización permitieron capear el temporal" y la previsión de ingresos para el periodo 2015-2018 es de 5.656 millones de dólares, la
FIFA ha exigido una indemnización para recuperar "decenas de millones de dólares" perdidos por el caso de corrupción pendiente de juicio, dentro del propósito de
Infantino de que el "fútbol esté orgulloso" del organismo que lo representa.