Hay numerosos y cada uno cuenta con su encanto particular, pero si hay un pueblo que se debe visitar en la época de otoño ese está en la Sierra Norte de Sevilla. Forma parte del Parque Natural que recibe el mismo nombre, limitando con la comunidad autónoma de Extremadura. Si hay algo por lo que se caracteriza y es todavía más impresionante es por estar en lo alto, ya que se encuentra situado a una altitud de 600 metros, a 80 kilómetros de la capital de provincia y comunidad autónoma, Sevilla.
Estamos hablando ni más ni menos que de Cazalla de la Sierra, una bonita población situada al norte de la provincia en media montaña que alterna las amplias dehesas con los frondosos bosques. Al atractivo de su paisaje hay que añadir la riqueza monumental de su casco urbano, en el que priman los monumentos religiosos, como el Monasterio de la Cartuja de la Inmaculada Concepción, del siglo XV. Declarada Conjunto Histórico y Reserva de la Biosfera por la UNESCO, esta localidad destaca por su conexión con la historia y el paisaje.
También hay que destacar la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, adosada a las antiguas murallas almohades, combina diferentes estilos arquitectónicos; la antigua iglesia de San Benito, de estilo gótico mudéjar; el convento barroco de San Francisco; el convento de la Madre de Dios, del siglo XVI; la iglesia de Nuestra Señora del Carmen y el Santuario de Nuestra Señora del Monte.
Entre las principales razones para visitar el pueblo sevillano está su rica gastronomía a base de carnes de caza, cerdo ibérico y setas autóctonas. Además, hay actividades para disfrutar como la escalada, el barranquismo o la bicicleta de montaña por el Parque Natural de la Sierra Morena. El sendero las Laderas, bajar al Huéznar, la Ruta Molino del Corcho… es una auténtica delicia para los amantes de la naturaleza y los deportes al aire libre.
En las proximidades del Rivera de Benalija, en el término de Cazalla de la Sierra, se encuentran las cuevas de Santiago, un conjunto de cavidades horadadas en calizas cámbricas, con numerosas salas y galerías que las comunican y con varias bocas de salida al exterior. Entre todas las cuevas destacan las llamadas de Santiago Grande y de Santiago Chica. En definitiva, es un pueblo muy recomendable para visitar en otoño.