El pan es un alimento muy consumido en nuestro país, que se puede acompañar en cualquiera de las cinco comidas del día, especialmente en el desayuno. El pan presenta numerosos beneficios, tales como ser una buena fuente de vitaminas del grupo B y de elementos minerales como el fósforo, el magnesio y el potasio que carga de energía nuestro cuerpo, aunque consumirlo de forma muy reincidente puede acarrear problemas para la salud, sobre todo, para el funcionamiento del páncreas.
Diversos estudios señalan que la ingesta de mucho pan son "calorías vacías" para el cuerpo. El páncreas cuenta con dos funciones vitales para el cuerpo humano: una de ellas se refiere a la función digestiva, pues produce y libera enzimas que ayudan a descomponer los alimentos en el intestino delgado. Por otro lado, cuenta con una función endocrina, que juega un papel clave en la regulación de los niveles de azúcar en la sangre.
Entre los problemas más comunes del páncreas está la pancreatitis, que se produce cuando este se inflama al activarse las enzimas digestivas, dañando el órgano. La inflamación es una actividad del sistema inmunitario que puede causar hinchazón, dolor y cambios en el funcionamiento de un órgano o de los tejidos.
Uno de los panes más perjudiciales para el páncreas es el pan blanco, y es que la harina refinada con la que se fabrica está compuesta en gran parte por almidón, lo que conlleva a entrar en contacto con la saliva, transformándose con gran rapidez en azúcar, haciendo que el páncreas tenga que esforzarse de manera doble para equilibrar la glucosa.
Un consumo excesivo de este tipo de alimentos puede aumentar con el tiempo el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, así como otros problemas como la diabetes tipo 2. No obstante, comerlo de manera regulada puede ser beneficioso, siempre teniendo en cuenta la cantidad, el tipo de pan o la dieta en general que tengamos.
De hecho, los que tienen enfermedades del páncreas se les recomienda ingerir el pan de trigo, además del pan integral o de grano entero, dos opciones más saludables, puesto que conservan la fibra, vitaminas y minerales de los granos.
Asimismo, recomiendan llevar una dieta de sémolas finas, queso fresco bajo en grasas, leche desnatada (0,5 % de materia grasa), carne magra de aves de corral, ternera y de vacuno, patatas, verdura y fruta cocidas en forma fragmentada, blanda o de purés.