Sevilla, durante una década, acogió a la selección española y con su magia la llevó a los Mundiales de México y Estados Unidos y a las Eurocopas de Francia y Alemania en unas fases de clasificación que se decidieron aquí. El fútbol español y mundial conoció cómo es el público sevillano y andaluz y cómo vive cualquier tipo de acontecimiento.
Se merecía volver a ser protagonista en primera persona y al fin ha recibido su premio. Tal vez la reciente final vivida en el Villamarín pueda restar protagonismo a la elección conseguida ayer, pero se trata de una decisión que va a ser vital para la ciudad y que también puede serlo para un estadio, el de La Cartuja, cinco estrellas, de primer nivel mundial e infrautilizado tras dos décadas de vida. Es el momento para dar otro paso adelante y empezar a pensar en ganarse la sede perpetua. Se lo merece.