No hay barreras para Musa Krubaly

No hay barreras para Musa Krubaly
Musa Krubaly posa en el Ciudad de Lucena durante un entrenamiento. - Rafael Gandullo
Rafael GandulloRafael Gandullo3 min lectura
A sus veinte años, Musa Krubaly está cumpliendo su sueño de jugar al fútbol en España. No se lo han puesto fácil y nadie se lo ha regalado. El ahora mediocentro de las categorías inferiores del Lucena, nacido en Gambía y sin padre ni hermanos, tuvo que viajar más de 2.500 kilómetros para alcanzar su felicidad.

Eso fue hace un año y dos meses, después de doce de meses de viaje hasta llegar a Marruecos, desde donde saltó la valla de Melilla para pisar suelo español, tras tres intentos. Gracias a la asociación Lucena Acoge, el gambiano pudo instalarse en esta localidad cordobesa, aunque reconoce que sigue echando de menos su patria.

Gambia es un pequeño país del África Central, rodeado por Senegal y que sigue el curso del río Gambia, con salida al norte del oceámo Atlántico. Justo en esa desembocadura, se encuentra la capital, Banjul. El PIB nacional es de 965 millones de dólares, inferior al de comunidades autonómas como Andalucía.

La selección nacional de Gambia jamás ha participado en un Mundial o una Copa de África. No obstante, eso no les ha privado de exportar futbolistas a España, como Bakari, delantero del San Fernando Club Deportivo de la Segunda B, o Saihou Gassama, mediocentro del Club Deportivo Izarra, también en la División de Bronce española. Musa Krubaly quiere seguir sus pasos.

El centrocampista gambiano posa orgulloso y feliz en el Ciudad de Lucena, con 5.046 espectadores, de césped artificial y que no tiene nada que ver con aquellos campos de tierra de su infancia.

Él reconoce que su sueño "desde pequeño es el fútbol" y que, pese a que también estudia, trabaja como camarero y hace de jardinero, "lo que más le gusta es el fútbol", insiste en un perfecto castellano.

Musa ahora vive con amigos en Lucena, donde entrena, trabaja y estudia, concediéndose poco descanso. Se lleva muy bien con sus compañeros de equipo, ya se comunica con ellos en español y, aunque echa de menos a su país y a los seres queridos que ha dejado ahí, espera que "a todos les va a ir bien". Su optimismo, sin duda, es su mejor arma para ganar el futuro.