Se confunden quienes piensan que la 19/20 está
ya amortizada en Heliópolis, que poco importa ya si el
Betis queda el noveno o el decimocuarto, porque la temporada habrá sido un fracaso de cualquier modo. Y no ya por el incremento de ingresos que supone escalar puestos en la clasificación, que también, sino porque la mayoría de la plantilla está
bajo la lupa con vistas al medio plazo. De no acontecer la grave crisis que se avecina, seguramente la limpia sería
mayúscula, pero los actuales condicionantes invitan a pensar en la
continuidad de la mayoría, que deberá
reinventarse, y en la salida de los que puedan dejar más dinero en las arcas para
rearmarse.
El nuevo
técnico y el nuevo
director deportivo tienen tarea. El grupo que se ha logrado reunir en los últimos años desprende
calidad, aunque adolece de una terrible
falta de competitividad las más de las veces, una tesitura que se agrava
lejos de La Palmera. Precisa esta escuadra de
carácter, de
maldad, especialmente en labores de contención y en las acciones
a balón parado, un lastre que arrastra desde hace lustros y que convierte a los verdiblancos en los
segundos más goleados de LaLiga. Una carga difícil de soportar para un teórico aspirante que este curso, antes y después del parón,
se ha estrellado sin remisión.
La defensa y el portero
quedaron retratados el domingo en La Nucía, donde volvió a evidenciarse que la
manta que abriga al Betis es tan
corta que apenas le tapa uno de sus extremos cada vez. Fallaron la
planificación y la elección de un
entrenador que supiese sacar partido a una plantilla que supuso un desembolso, renovaciones aparte, de más de 70 millones de euros. Demasiado para las
medianías que ha reportado en forma de resultados y clasificación. Por eso, por orgullo y dignidad, pero también por demostrar que hay
amor propio y ganas de mejorar, los verdiblancos han de volver a la imagen, como mínimo, del día del
Espanyol.
No se lo pondrá fácil un
Villarreal en racha que está luchando por
Europa, objetivo que estaba en el horizonte bético cuando comenzó el actual ejercicio, pero que se alejó irremisiblemente desde el
fiasco en el derbi. No ha logrado levantar cabeza ni con
Rubi ni con
Alexis, al menos de manera constante, un equipo con demasiados altibajos y fisuras notables. Lo lógico sería incidir en los cambios que obraron el único triunfo desde la vuelta de la competición y uno de los dos en cinco meses. En cuanto a sistema y jugadores, pues los de La Palmera dejaron su puerta a cero siete jornadas después, por lo que todo hace indicar que, al menos de salida, se mantendrá en
1-3-4-2-1.
Joel y
Bartra, señalados en tierras alicantinas, repetirán con casi toda seguridad. Deben tener la oportunidad de
redimirse.
Mandi volvería, seguramente por
Feddal, con lo que
Sidnei continuaría en esa primera escolta.
Emerson, una vez cumplida su sanción y recuperado de sus molestias en el hombro izquierdo, ha de percutir por la derecha, como
Pedraza por la izquierda, con
Guardado fijo por dentro, acompañado por
Guido o por
Edgar, ya que William Carvalho está sancionado.
Canales y
Fekir, bastante bien ante el
Levante, parecen fijos, si bien el santanderino podría retrasar su posición. En la punta de lanza,
Borja Iglesias relevaría a
Loren, con algunas opciones para el felizmente reaparecido
Juanmi.