El peor momento de Canales

El peor momento de Canales
Canales pasó por un túnel muy oscuro, pero al final del mismo volvió a ver la luz que ilumina su camino en el Betis. - A. T.
Aitor TorviscoAitor Torvisco 6 min lectura
La resiliencia es un término muy de moda. Más aún en estos tiempos tan trágicos, con miles de pérdidas humanas, viviendo en un confinamiento y en medio de la incertidumbre más absoluta, en los que, sin embargo, una inmensa mayoría de la sociedad está sacando lo mejor de sí para salir de ésta más fuertes y unidos que nunca. La resiliencia es esa capacidad del ser humano para adaptarse positivamente a situaciones adversas. A confiar en uno mismo cuando todo parece perdido. A buscar en el interior para sacar fuerzas que no aprecian a primera vista pero que están ahí. Y si hay un resiliente en el mundo del fútbol, sin duda ese es el jugador del Real Betis Sergio Canales.

En la primera parte de una introspectiva entrevista en 'Charlas de Fútbol', el canal de Youtube del periodista Juan Arroita, Canales ha explicado con detalle cómo fue su experiencia con las lesiones; cómo su maltrecho ligamento cruzado anterior se empeñaba en empujarle fuera del espectro futbolístico en el que había irrumpido desde muy joven y "ni los médicos confiaban en que pudiese volver a jugar a primer nivel". Cuando no había nada en lo agarrarse, ahí estuvo su entorno más cercano y un grupo que le supo llevar por un camino en el que se forjó un futbolista y una persona invencibles, al menos desde el punto de vista mental. Una enseñanza de vida de la que todo el mundo debería saber.

Fueron tres lesiones graves de rodilla, las dos primeras en el Valencia y la tercera en la Real Sociedad. "Cada lesión es totalmente diferente", explica el centrocampista del Betis, que detalló las peculiaridades de cada proceso: "En la primera es que no sabía ni lo que era, no me había lesionado nunca. Me dijeron que estaría seis meses fuera y yo no había ni oído hablar del ligamento cruzado anterior, no era consciente de lo que era aquello. Me hicieron un injerto de cadáver, todo fue muy bien y muy rápido y a los cuatro o cinco meses ya estaba jugando".

Pero la vida no suele poner las cosas así de sencillas. El destino aún le iba a poner a prueba mucho más, hasta llevarle casi al límite. "Volví a buen nivel, pero, en las semifinales de la Europa League contra el Atlético de Madrid -que además perdimos- volví a caer lesionado y esa ya fue mucho más dura, porque ya sí sabía lo que era. Ya me habían dicho que ahora eran nueve meses, más el tiempo que luego necesité para coger la forma, reintegrarme en el equipo... Llegó un punto que necesitaba un cambio de aires. El Valencia y la afición siempre me trató genial. Necesitaba cambiar desde el punto de vista mental", rememora.

"Estas cosas siempre te pillan en tu mejor momento. La tercera lesión estaba también sintiéndome muy bien, acababa de llegar Eusebio a la Real Sociedad y estábamos jugando muy bien. Ahí ya... Fue en el Bernabéu y estaba hundido; pero recuerdo que entraron mis padres y mi mujer en el vestuario, todos llorando, mi hermano, mis amigos... Digo 'madre mía, esto no puede ser. Hay que sacarlo como sea'. Mi mujer me ayudó a encontrar gente en la que confiase y la encontré, en lo físico, en lo mental y en lo nutricional. Me ayudó mucho. Me hicieron creer que, aunque ya hubiese tenido tres, que iba a volver y que iba a ser aún mejor. Y eso que los médicos dudaban que volviera a estar para jugar a primer nivel. La evolución de la rodilla no era la mejor, no doblaba bien y estuve cerca de tenerme que operar otra vez. Estaba siendo la peor recuperación con diferencia, pero era la que mejor estaba llevando". Ahí empieza a fluir el poder de la resiliencia.

No fue sencillo, tuvo que hacer muchos sacrificios. "Me levantaba todos los días a las seis de la mañana, conducía por esas carreteras de Donosti, lloviendo sin parar... Iba a un físio que me trataba, salía a las 07:30, me iba a la ciudad deportiva y me entrenaba; comía, me entrenaba otra vez y por la tarde me iba a trabajar con un chico que también me ayudó mucho. Así, todos los días, durante seis o siete meses. Fue muy duro, pero ese esfuerzo se ve recompensado ahora. Son situaciones que te hacen interiorizarlo todo y que, al final, te hacen confiar en ti más que en nada. Ésa es la clave. No tener miedo. Te prometes que no vas a volver a caer, pero si caes, confías en que volverás a salir. He sacado muchas cosas positivas de todo esto", concluye un Canales orgulloso de superar los obstáculos que encuentra en su camino y cada vez más convencido de que no hay ni un solo contratiempo que no se pueda superar. Y, eso, es aplicable a toda la sociedad.