El Espanyol, lejos de remontar el vuelo tras el relevo en el banquillo y la llegada de
Pablo Machín en lugar de David Gallego, es el nuevo colista de
Primera división después de perder contra el Real Madrid en el Bernabéu y tras la victoria del Leganés ante al Celta el pasado fin de semana.
El cambio de dibujo,
con el clásico 1-3-5-2 del técnico soriano, ha dado algo más de solidez a un equipo lastrado mayormente por una falta de pegada lapidaria. Baste con reseñar que su máximo goleador es el centrocampista Marc Roca, con sólo dos tantos y uno de penalti, para hacerse una idea de hasta qué punto
tiene un problema con el gol el conjunto barcelonés, que presenta cifras drámaticas que explican por qué el jueves, en Europa, reservó a sus titulares.
El cuadro blanquiazul sólo
ha sumado cuatro puntos de los últimos 24 posibles con Machín (uno menos que Gallego en los mismos ocho partidos); es el menos realizador de Primera con sólo 10 goles -echa mucho de menos el aporte de Borja Iglesias- y es el más goleado, con 30. Además, no se hace fuerte como local. Aún no han ganado en su estadio, donde suman siete derrotas y un único empate en ocho citas.
Lo único positivo es la mejora del rendimiento
de piezas claves que no estaban a su nivel, como
Roca, Darder o Calleri -que no aprovecha la baja de Ferreyra-, la vuelta del capitán David López y la titularidad, por fin, de futbolistas llamados a ser claves como Bernardo, Calero o Wu Lei.
Machín busca imprimir un ritmo alto,
un ida y vuelta constante y muchas transiciones ataque-defensa. Cree que con la cantidad se encuentra la calidad pero, hasta ahora, ni lo uno ni lo otro.
El posible once de este domingo ante el Betis lo puede consular en