Los Boston Celtics se llevaron esta pasada madrugada el primer partido de las Finales de la NBA arrasando a los Dallas Mavericks por 107-89 gracias a una dupla estelar formada por Kristaps Porzingis y Jaylen Brown. Especialmente destacada fue la actuación del primero, que volvía tras más de un mes fuera por lesión y que brilló con 20 puntos (18 de ellos en una primera mitad maravillosa).
Tras pasearse en un Este sin rivales a su altura, había alguna duda sobre cómo llegaban los Celtics a las Finales. Pero, a la hora de la verdad, Boston recordó a los olvidadizos por qué ha sido este curso el mejor equipo de la liga.
Los de verde llegaron a ganar de 29 puntos en una primera parte majestuosa y también supieron apagar un incendio en el tercer cuarto cuando los Mavericks se colocaron a solo 8.
Boston metió 16 de 42 en triples (38,1 %) y su defensa, que logró 9 tapones, dejó a Dallas en un triste 7 de 27 desde el exterior (25,9 %) y solo 9 asistencias entre todo el equipo (por 23 de Boston).
Luka Doncic fue el mejor de los Mavericks con 30 puntos y 10 rebotes pero solo repartió una asistencia. Kyrie Irving, muy abucheado tras su polémico paso por los Celtics (2017-2019), vivió una noche de pesadilla con 12 puntos y un pobre 6 de 19 en tiros.
Sin embargo, fue la entrada de Porzingis la que revolucionó el encuentro. No fue solo el recibimiento de su afición, que le dio la bienvenida con una enorme ovación, sino que el pívot, con varias jugadas espectaculares en ataque y defensa, dejó claro que se había recuperado perfectamente de su lesión con 11 puntos (2 de 2 en triples), 3 rebotes y 2 tapones en siete minutos arrolladores.
Dubitativos y destemplados, los Mavericks encajaron un monumental parcial de 23-5 en seis minutos y el TD Garden parecía un volcán verde en erupción con un 37-20 al final del primer cuarto. Absolutamente abrumados, los Mavericks llegaron a perder de 29 puntos en una primera mitad ruinosa en la que todo les salía mal: Brown le robaba la cartera a Doncic, Irving estaba desaparecido y su defensa hacía aguas.
Aun así, lo peor fue su ataque, uno de los mejores de la NBA en los últimos meses pero que se hundió con un 3 de 13 en triples al descanso. Nadie daba un dólar por ellos, pero los Mavericks, expertos en remontadas, volvieron a inventarse una resurrección alucinante.
Un descomunal parcial de 9-22, coronado con un triplazo de Doncic, les permitió volver al encuentro (72-64 a falta de 4.28). Las piezas empezaban a encajar para los de Jason Kidd: Doncic al mando de las operaciones, una defensa por fin firme, unos Celtics desconectados de repente... Pero al rescate apareció un soberbio Brown, que selló tres tapones magníficos y que también reactivó en ataque a los suyos. Boston devolvió con un 14-2 el parcial a los Mavericks y aterrizó en último cuarto con un margen muy amplio (86-66).
No hubo ya otro despertar milagroso de Dallas, que no encontró ayuda para Doncic en toda la velada y que el domingo tendrá otra opción de arrebatar el factor cancha a unos Celtics temibles.
Y en medio de todo ello, Pep Guardiola disfrutando de lo lindo en primera fila del TD Garden como un aficionado más de los Celtics, completamente ataviado con una sudadera del equipo. El día de antes ya se había dejado ver en el entrenamiento, charlando con Joe Mazzulla, el entrenador de los Celtics, con quien guarda una gran amistad.