La aventura de Rafa Nadal en el ATP250 de Brisbane acabó en cuartos. Pudo alargarse más, ya que tuvo el triunfo en sus manos ante el australiano Jordan Thompson y contó con tres bolas para ganar el partido, pero acabó cediendo ante la regularidad de un rival que le obligó a mejorar lo que ya había hecho en sus dos primeros partidos y a jugar más de tres horas. El 7-5, 6-7(6) y 3-6, al menos le deja, el buen sabor de conocer que es capaz de aguantar casi tres horas y media en una pista al máximo rendimiento y que, pese a que aún le queda mucho por avanzar, el objetivo que se marcó de estar para competir en el Open de Australia y llegar bien a la temporada de primavera lo está alcanzando.
Sólo la capacidad competitiva que siempre ha tenido Nadal hizo que luchara hasta el final y que, cansado y después de haber tenido que ser atendido por una sobrecarga, no se dejara ir y obligara a Thompson a no bajar el ritmo hasta la última bola.
El mérito del triunfo, no obstante, hay que dárselo a su rival, que estuvo contra las cuerdas en varias ocasiones, se vio perdido y pareció contagiarse de la tradicional resistencia del que era hoy su rival para agarrarse a la pista y ganar. En el segundo set tuvo hasta tres bolas de partido en contra y, dos de ellas, las salvó poniendo una bola más en pista, aún sabiendo que estaba a merced de Nadal, que fue el que, en este caso falló.
Thompson lo dio todo y habrá que ver si le pasa factura mañana ante Grigor Dimitrov. Pero, al menos, podrá contar que ha vencido a un tenista del 'Big 3', algo de lo que no pueden presumir tantos.
El partido fue de menos a más, con dos jugadores que se les veía muy seguros con su saque y que se agarraban a él para ir pasando los juegos. Nadal superó el único contratiempo de la primera manga y resolvió cuando la presión hace temblar a los pusilánimes. Con 7-5 encaró un segundo set en el que iba a verse si Thompson era capaz de resistir la presión o hasta ahí había llegado.
Esa segunda manga fue lo mejor que se ha visto en este torneo. Pocos juegos fueron fáciles. Nadal sufría ante los restos de Thompson, que metía presión cada vez que el balear flojeaba. Y éste, a su vez, contrarrestaba esto con su superioridad desde el fondo, desde el que movía a su rival cada vez que el punto se alargaba.
Ambos aguantaron y llevaron el choque al desenlace final. Con 5-6, Nadal tuvo la primera bola de partido, pero su 'smash' cruzado se le fue fuera por poco. Ya se veía el partido ganado y estaba por ver cómo la afectaría en el 'tie break'. Ahí, Rafa llegó a dominarlo por 3-0, se puso 5-3 y 6-4 cuando su rival había igualado a tres. Y, con dos bolas de partido, Nadal falló su segunda bola clara, esta vez con un contrapié que había 'pillado' a Thompson, pero que el balear quiso ajustar demasiado y se le fue.
Ya no tuvo más oportunidades, Thompson se creció, primero igualó con su saque, luego logró un 'minibreak' con una estirada increíble y cerró el set con su servicio. Y, con él, el partido.
Ahí estaba claro que sólo si el australiano decaía o bajaba su ritmo tendría opción el español. Nadal nunca se rinde y no lo hizo esta vez tampoco. Soportó la presión en su primer turno de saque, pero no pudo hacer lo propio en el segundo ante un Thompson que estaba metido en la pista y le entraba todo.
Con 4-1, el balear tuvo que ser atendido, aunque todo se debía a una sobrecarga, pues llevaban ya casi tres horas y cuarto de partido. Eso le permitió alargar e intentarlo por última vez, pero Thompson no estaba para fiestas. Era la victoria de su vida y no la dejó escapar.