"No hay fichajes malos, sino bajos rendimientos", suele defender Monchi. Y es que el aficionado suele tildar siempre a un fubolista, de manera muy superficial, como
"bueno" o "malo", sin ahondar en los motivos por los qué está ofreciendo más o menos nivel, en un conjunto o momento determinados.
Piensa el seguidor sevillista, de hecho, que
Simon Kjaer es malo. O rematadamente malo, más bien. Por lo que costó y por lo que ofreció como blanquirrojo, pero el danés es
capitán de su selección, fue
ídolo en Turquía y está siendo
muy elogiado en el AC Milan, club que
tuvo que pelearse con otros muchos para hacerse con sus servicios, una vez que se había roto su préstamo al Atalanta.
A Kjaer en el equipo de Bérgamo le fue mal. Y no por casualidad o porque, simplemente, sea "malo", sino debido a que
Gian Piero Gasperini utiliza un sistema muy similar al de Pablo Machín, con
tres centrales y la defensa adelantada, no siendo el danés un zaguero para brillar a campo abierto,
con tantos metros por ocupar ni para correr rápidamente hacia atrás.
En el Milan, en cambio, le está yendo genial, para alegría del Sevilla FC, que podría hacer caja con él en verano, y de los sevillistas, que podrían librarse de él definitivamente. La cuestión es por qué
Kjaer cuenta por victoria todos los partidos que ha jugado como 'rossoneri' (cuatro de cuatro). Con Pioli (4-4-2) juego más arropado, con un pivote posicional (Bennacer) por delante y no con
dos mediapuntas de escuderos (Banega y el Mudo), como en el Sevilla.
Ante el Torino, en la Coppa Italia,
fue clave, al salvar dos potenciales goles del rival, además de promediar
un 87,7% de pases acertados.
El de
Kjaer fue un mal fichaje para el Sevilla, sin duda, pero
más por falta de rendimiento que de nivel. Sea como sea, que ahora lo esté dándolo fuera es una gran noticia.