Resulta complicado explicar cómo puede cambiar un equipo tanto de una parte a otra.
De bordar el fútbol prácticamente antes del intermedio,
al ridículo más absoluto en la segunda mitad. De traca fue ver cómo este Sevilla tan serio, tan dominador en el primer acto, se transformaba en un juguete roto en manos de un Eibar que no le había ganado a nadie hasta este jueves.
El traspié ante el Madrid había focalizado los problemas sevillistas en su caudal ofensivo y Lopetegui, aunque defendía a De Jong en la previa, optó por darle una vuelta de tuerca a su ataque y apostar de inicio por Munir en punta.
Se había defendido el técnico vasco al afirmar que su equipo es de los que más pisa el área rival de todos los de LaLiga. Y así fue en un excelso primer acto, esta vez sí con el veneno necesario. De hecho, el 0-2 al descanso se antojaba corto.
Si ante el Madrid nadie remató entre los tres palos, en Ipurua, a los seis minutos, Munir ya había probado a Dmitrovic con un remate blando, libre de marca. De área a área, tras un despeje en la propia de Carriço, el balón se lo había servido Ocampos, vital con su potencia para montar las rápidas transiciones que desde muy pronto comenzaron a hacer daño a un Eibar que dejaba muchos espacios.
Los armeros trataban de presionar arriba, pero los de Lopetegui lo burlaban de dos formas: tocando y triangulando, con Banega y Óliver en plan imperial, o con balones en largo a la espalda de la defensa.
Un Sevilla muy serio, como ha sido seña de identidad en todos sus desplazamientos, que además encontró el gol pronto. Ramis erraba en el centro del campo y le entregaba el balón a Joan Jordán, que le metía un gran pase a Ocampos para que el argentino se lanzara como un poseso hacia el arco rival y batiera con un disparo entre las piernas al meta local.
Corría el minuto 11 y se gustaba el Sevilla con largas posesiones que acababan en ocasiones, como la que tuvo Munir en el 14’. Su toque mordido ante la loca salida de Dmitrovic, sin embargo, fue despejado a córner por un defensa.
La movilidad del hispano-marroquí le daba la razón a Lopetegui, pero le faltaba puntería. No la tuvo en un cabezazo forzado en el 16’ y tampoco le sonrió la fortuna con un seco disparo al larguero diez minutos después, en ambas ocasiones a pase de Navas. Buenas llegadas que eran fruto de la buena lectura de los espacios de un Sevilla que castigaba con veloces contras a la adelantada defensa armera.
Mientras tanto, el Eibar sólo había pisado el área con un chut inocente de Inui, que a la media hora era sacrificado por un Mendilibar que veía cómo los nervionenses se estaban merendando a su equipo y metía en liza a Escalante para tratar de equilibrar las fuerzas en la medular. Pero lo que se encontró, en la siguiente jugada, fue el 0-2. Otra entrada de Ocampos por banda, tras pase de Munir, y remate de Óliver a la red en boca de gol. Justo premio sin duda.
A gusto en su papel de controlar y contragolpear, el Sevilla se sacudía así las críticas por su falta de mordiente. Y sin perder su sello de equipo rocoso que apenas concede. Fue un despeje de Escudero que acabó en el lateral de la red de Vaclik, de hecho, lo más peligroso del Eibar ya al filo del descanso.
Pero tras el paso por vestuarios, no se sabe muy bien si los que salieron fueron los mismos once futbolistas. El conjunto local ganaba terreno, subía la intensidad y ahora sí entraba por bandas y forzaba córners. Tonteaba el Sevilla y avisaba De Blasis con un chut lejano. Hasta que la lesión de Carriço hizo que el equipo se cayera como un castillo de naipes. Salió Koundé y lo primero que hizo fue perder el balón y cometer un penalti en su intento por recuperarlo.
Orellana no falló. Ya tenía el Eibar el partido donde quería. A base de empuje, se comía a un conjunto blanquirrojo noqueado, que no lanzó a puerta en todo el segundo tiempo, pues no salió de su campo de hecho. Y en poco más de un cuarto de hora se consumaba la tragedia, facilitada por los regalos propios.
Lo siguiente fue un error de comunicación entre Diego Carlos, que despejaba hacia su meta, y Vaclik, que no le habló al central, dejando el balón en los pies de Pedro León para que éste hiciese el empate. Imperdonable. Estaban groguis los sevillistas, fuera del partido y con una pinta de derrota en la cara que no se la quitaba nadie. Y llegó en otro regalo, esta vez al poner sólo dos hombres en la barrera y dejar vía libre para que José Ángel consumara el ridículo. Hay problemas más allá del ataque. Hay crisis.
- Ficha técnica:
3; Eibar: Dmitrovic; Arbilla, Oliveira, Ramis (De Blasis, mjin. 46), Cote; Inui, Diop, Edu Expósito, Pedro León (Sergio Álvarez, min. 87); Orellana, Quique González.
2; Sevilla: Vaklik; Jesús Navas, Diego Carlos, Carriço (Kunde, min. 60), Escudero; Jordán (Gudelj, min. 68), Fernando, Banega, Ocampos, Munir, Oliver Torres (Pozo, min. 77).
Goles: 0-1, min. 10, Ocampos. 0-2, min. 32, Oliver Torres. 1-2, min. 65, Orellana (p). 2-2, min. 76, Pedro León. 3-2, min. 81, Cote.
Árbitro: González Fuertes (colegio asturiano). Amonestó por el Eibar a Arbilla ,Edu Expósito, y Oliveira, y por el Sevilla a Escudero, Jordán, Gudelj y Diego Carlos.
Incidencias: Encuentro correspondiente a la sexta joranada de LaLiga Santander disputado en Irupua ante 5.434 espectadores en el partido 200 de Mendilibar como entrenador del Eibar.