La final del sábado se presenta como un oasis en un desierto de sinsabores y frustración por la fuerza con la que el viento sopla en contra del
Sevilla, por deméritos propios y una inercia negativa que ha convertido en espejismo cualquier atisbo de reacción. Se trata de una posibilidad única de salvar una temporada aciaga en
Liga, un calvario prolongado ayer en
Riazor en otra exhibición de desacierto en los últimos metros, de ausencia de maldad para otorgar sentido a un juego que recibiría elogios si se culminara en el área o ofreciera una mayor consistencia cuando el premio se resiste. El
Sevilla perdonó y al final fue indultado por un
Deportivo igual de romo arriba y frenado al final por
David Soria.
La cita copera calmaría tanta sed (suma siete partidos sin ganar), pero se precisa una versión muy distinta, la mejor de sus hombres decisivos, y una noche tan inspirada como para rescatar las intenciones de ayer y desterrar la ejecución, pues el
Barça no resultará tan clemente.
Así, las rotaciones anunciadas por
Montella no resultaron tan radicales como se esperaban, porque aunque introdujo novedades reseñables, como la presencia de
Geis en el doble pivote junto a
Pizarro, o la del canterano
Carlos Fernández en punta, se aferró a varios de sus baluartes, casos de
Mercado,
Jesús Navas,
Banega y
Correa, que descansó ante el
Villarreal.
Además, prolongó su confianza en Sandro, de inicio en el lugar de
Sarabia, y, al igual que contra el
Celta, apostó por Carriço en el centro de la zaga. Fuera de la lista se quedaron pilares como
Nzonzi o el
'Mudo', lo que propició un centro del campo con
Geis un paso por detrás de
Pizarro y
Banega, responsable de enlazar con
Sandro o
Correa, que partían desde los costados para atacar los espacios entre líneas y abrir el carril para las subidas de
Navas y
Layún, prácticamente instalados arriba ante la propuesta rival. Porque el
Deportivo, lejos de una salida intensa, cedió el balón a los nervionenses a la espera de una salida rápida, con el consecuente control del Sevilla, siempre con la intención de verticalizar el juego y de ensanchar el campo.
Así, no dudó en probar fortuna en cuanto se acercaba al área, con disparos de
Layún y
Sandro que malogró
Rubén, protagonista más adelante con una intervención determinante a remate en el segundo palo de
Pizarro en un balón colgado botado por el guante de
Geis, muy preciso. Antes,
Carlos Fernández culminó fuera un pase atrás de un
Sandro eléctrico. Respondía el Depor a la espalda de los nervionenses, espesos en el repliegue, con acciones veloces y un cabezazo de Adrián palmeado por Soria. Pasada la media hora, la esperada mayor intensidad gallega volcó el campo hacia la meta de
Soria pero el
Sevilla reaccionó y hasta el descanso gozó de dos llegadas claras, la primera de Banega con un lanzamiento fuera en posición franca y la segunda, en un hábil movimiento de
Carlos Fernández cuyo disparo lo salvó
Rubén.
Como siempre, los de
Montella carecían de pegada en los últimos metros para concretar en ventaja sus merecimientos. Como en
Balaídos y en tantos otros estadios, si bien ayer, al menos, alcanzó el descanso con su portería a cero, lo que podría haber cambiado a pocos segundos de la reanudación si
Mosquera si hubiera afinado su remate en el punto de penalti. La segundo parte arrancó sin transiciones en el centro del campo, con alternativas y más oportunidades para la colección nervionense, en las botas de
Correa, impreciso en el área, y de Sandro, otra vez frenado por
Rubén.
El
Sevilla circulaba con sentido, con apoyos y aperturas a la banda, con tanta sensación de superioridad como de que el
Depor podría castigar la ausencia de consistencia sin balón. De hecho, después de que
Banega desperdiciara otro acercamiento con peligro tras servicio atrás de
Sarabia,
Adrián se plantó solo ante
Soria, rápido para arrebatársela, y en el rechace Mosquera marró sin portero. Reinaba la ansiedad en un ida y vuelta en el que los hispalenses perdieron profundidad con la salida de
Sandro y el
Depor se creció hasta el punto de que perdonó al final con tres acciones mal resueltas por
Lucas Pérez y un remate al poste de Borges.
Fallos comprensibles en un equipo en zona de descenso pero imperdonables para un
Sevilla que llega a la final del sábado con sensaciones negativas. Por su alarmante ausencia de pegada y una solidez demasiado cuestionada por los gallegos en vísperas de medirse con
Messi, lo que exige una transformación catártica modelada por la motivación especial de conquistar otro título y el historial nervionense de hazañas históricas.
- Ficha técnica:
Deportivo: Rubén Martínez; Juanfran, Albentosa, Schär, Luisinho; Borges, Guilherme (Bakkali, min.80), Mosquera (Fede Valverde, min.83); Krohn-Dehli (Çolak, min.36), Adrián López; y Lucas Pérez.
Sevilla: David Soria; Navas, Mercado, Carriço, Layún; Geis, Pizarro; Sandro (Muriel, min.76), Banega, Correa (Sarabia, min.57); y Carlos Fernández (Nolito, min.68).
Árbitro: Medié Jiménez, del colegio catalán. Mostró amarilla a Banega (min.11) y Layún (min.74), del Sevilla.
Incidencias: Partido de la trigésimo tercera jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio Abanca-Riazor ante 24.652 espectadores.