Anda el sevillismo pendiente del despropósito de quienes gobiernan el fútbol patrio para comenzar a planear su viaje a una nueva final.
¡Otro año igual! Su equipo les ha regalado
un nuevo hito para sacar pecho. Hasta en una temporada torcida, con cambio de entrenador y sonrojantes goleadas en contra, hay motivos para el éxtasis blanquirrojo.
Pero
en la exigencia reside buena parte del éxito de este club coleccionista de finales, hasta 17 en el siglo XXI. Y es por ello que el éxito o el fracaso del año uno después de Monchi aún no está escrito. La ilusión de poder luchar por otro título y, de paso, tener casi asegurada su presencia en otra final en los albores del próximo curso no bastan. Máxime cuando los pupilos de Montella saltaráneste domingo al césped de la misma ‘Bombonera’ que el miércoles estallaba de júbilo fuera de las plazas que dan derecho a Europa, aunque
la actual séptima posición también asegura viajar por el Viejo Continente de forma virtual. Poco, poquísimo, para un Sevilla que sigue teniendo la Champions como objetivo, aunque antes debe dar caza a un
Villarreal que ayer pinchó... y al
Eibar, que con su victoria en Leganés se sitúa dos puntos por encima, mientras que por detrás, tanto el
Celta como el propio
Girona tienen también la posibilidad de adelantarlo.
Por ello,
urge aparcar la euforia copera y retomar la buena senda en Liga, donde el técnico italiano sólo ha ganado un partido de cinco. Unos números que obligan a la reacción, pues con el acumulado anterior de Berizzo, los sevillistas presentan un pobre balance de 5 puntos de los últimos 24. Guarismos que convierten el choque ante los catalanes en
otra ‘final’. Porque después de la embriaguez de la Copa, es la Liga la que da de comer.
Montella es consciente de ello y no revolucionará un once tipo que se recita de carrerilla. El experimento de Ipurua y el resultado posterior así lo aconsejan. Pero sí habrá algunas novedades. La principal,
la ausencia del faro nervionense: Éver Banega, sancionado y lesionado.
En su lugar, Roque Mesa está llamado a ir ganando peso en el equipo, llegando otros posibles cambios en la vanguardia, donde el esfuerzo de
Muriel y Correa -que acabó tocado el miércoles- podría dar paso a
Sandro y Ben Yedder, al que también es necesario enchufar de nuevo.
Además, optar por dos delanteros, aunque el canario caiga a banda, puede ser una buena fórmula para contrarrestar la defensa de tres centrales de un Girona que contará con su gran estilete,
Stuani, pese a las molestias que venía arrastrando el uruguayo durante la semana.
Un duro hueso ante el que habrá que poner el mismo ímpetu que el pasado miércoles. El premio de un triunfo no sería tan suculento, pero ganar es igualmente inexcusable.