El sevillismo merece que le pidan perdón a boca llena. Y es lícito que muestre su enfado como le plazca. No sólo por encajar cinco goles en Ipurua. No en el
Bernabéu o el
Camp Nou, sino en Ipurua. Pero es que pudo incluso ser peor. Porque el
Sevilla fue un pelele en manos del
Eibar, que lo destrozó como quiso para perpetrar un ridículo histórico.
Con los cinco sentidos en la
Copa, como si
LaLiga no importase,
Montella olvidó su máxima de no tocar lo que funciona y de golpe y porrazo introdujo seis cambios, haciendo debutar de una tacada a los tres últimos refuerzos. Tres futbolistas que deben aportar más competitividad sin duda a la plantilla, aunque hacerlos jugar juntos de inicio se demostró a posteriori una decisión del todo prematura.
Pero no es cuestión de cargar las tintas contra tres recién llegados, más allá de que
Layún no se enterase en ningún momento de donde estaba, porque la primera parte de todo el equipo fue, sencillamente, vergonzosa. Se podrían agotar los calificativos para expresar el horrible rendimiento de un equipo que perdió todo lo bueno mostrado en los últimos partidos, un bloque compacto y solidario que pasó a la más absoluta desorganización, dejando multitud de espacios libres a un
Eibar que con mayor ímpetu y un fútbol directo se iba al descanso 3-1... y gracias, porque pudieron caer varios más.
El vendaval comenzó muy pronto. A los 40 segundos,
Kike García encontraba una autopista en la banda de
Layún y se plantaba en las barbas de
Rico para fusilarlo con el beneplácito de
Pareja, que más que taparle le mostraba el camino. El argentino, que volvía después de cuatro meses, sencillamente no estaba. Fuera de forma y llegando tarde a todas, era un auténtico coladero, y los armeros buscaban una y otra vez su espalda, aprovechando también que Layún siempre estaba un paso por delante al salir y ahí se quedaba.
En medio del despropósito más absoluto, con una defensa haciendo aguas y sin salida de balón, el cuestionado
Rico salvaba el segundo al sacarse de encima un disparo de
Orellana a los once minutos, pero nada pudo hacer para evitar el gol del chileno en el 17', tras remachar en el segundo palo sin oposición una jugada directa en la que
Charles la bajaba, Inui burlaba a
Pareja y
José Ángel centraba.
La defensa era una verbena. Nadie sabía donde estaba. Todo era desorden. Y el Eibar lo agradecía para centrar y rematar una y otra vez, como
Charles en el 20', esta vez arriba.
El punto de inflexión podía llegar con una jugada afortunada, como fueron las manos en el área de
Dani García en una acción de
Sandro. Sarabia asumió la responsabilidad y no falló desde los once metros para recortar distancias en el 21', pero sólo fue un espejismo. Un oasis en el caos más absoluto. Porque lejos de meter el miedo en el cuerpo del
Eibar, fueron los locales los que siguieron llegando con suma facilidad.
Kike García le cogía de nuevo la espalda a
Pareja para cabecear un centro lateral y
Rico salvaba el tercero con un paradón, pero el castigo a la apatía sevillista lo consumaba poco después de la media hora Ramis al superar a Lenglet en el salto y cabecear un córner.
No es que hayamos olvidado contar las llegadas sevillistas, es que no hubo, más allá de un chut desviado de
Nzonzi y un tímido cabezazo de
Ben Yedder. Con dos delanteros en su alineación pero con el mismo 4-2-3-1 de siempre, ya que
Sandro partía desde la izquierda, el conjunto nervionense no conseguía enlazar dos pases y optaba por saltarse el centro del campo para buscar una salida que nunca encontraba. Un pobre guion que nada cambió tras el descanso. En buena medida, porque
Montella, viendo el desastre, decidió no hacer cambios, cuando lo lógico habría sido agotar los tres, porque la reglamentación no permite hacer más. Pero con los mismos hombres sobre el césped, el
Sevilla volvió a salir de la caseta con la misma indolencia. Y así sólo podía llegar el cuarto, como sucedió en el 61. El pase de
Lenglet a
Pareja era dañino, el argentino se quedaba clavado y
Orellana aprovechaba el regalo. Goleada y repaso.
Aún pudo recortar distancias
Sarabia, acto seguido, con un chut al palo, pero el partido ya no tenía historia, más que rezar para no encajar más. Se seguía jugando en campo blanquirrojo y era el
Eibar el que se llevaba todos los balones divididos ante un
Sevilla que, ya con
Banega,
Muriel y
Navas sobre el campo -muy tarde- miraba el reloj esperando el final de un encuentro en que el realmente nunca llegó a comparecer, llevándose el quinto en una falta directa transformada por
Arbilla.
Otra sonrojante goleada, como en
Moscú,
Mestalla, el
Bernabéu o en el
derbi. El peor
Sevilla de
Montella empeoró la versión más negra de
Berizzo. De vergüenza. Si alguien pensaba que tirar este partido estaba permitido por lo que se avecina el miércoles, un 5-1 en Ipurua es la peor forma posible de preparar tan ilusionante partido, al que el Sevilla llegará de bajón y su afición, de uñas. La pitada, por más que haya una final en juego, estaría más que justificada.
Ficha técnica:Eibar: Dmitrovic; Rubén Peña, Arbilla, Ramis, Cote; Dani García, Diop (Jordán, min. 80), Alejo (Orellana, min. 55), Orellana (Capa, min.87), Kike García, Inui; Charles (Escalante, min. 74)
Sevilla: Rico; Layún, Pareja, Lenglet, Escudero; Sarabia (Navas, min. 74), Roque Mesa (Banega, min. 52), Nzonzi, Nolito; Sandro (Muriel, min. 65), Ben Yedder.
Goles: 1-0, min.1 Kike García.
2-0, min 16. Orellana.
2-1, min 21, Sarabia (p).
3-1, min. 31 Ramis.
4-1, min. 61 Orellana.
5-1, Arbilla, min 82.
Árbitro: Trujillo Suárez. Amonestó por el Sevilla a Pareja y Roque Mesa
Incidencias: 5311 espectadores en un Ipurua que celebró el día de San Blas regalando una torta típica eibarresa a todos los espectadores.