Minuto 79 de partido en el
King Power Stadium; 2-0 en el marcador y
Steven N'Zonzi se dirige a disparar un penalti que podía meter a los de
Nervión de lleno en la eliminatoria, forzando, al menos, una prórroga con la que seguir soñando durante unos instantes más. Pero el pesimismo ya se había hecho dueño del sevillismo, que es buen conocedor de que los penaltis, este curso, es una suerte esquiva para los de Nervión; una lotería que nunca toca en el
Sánchez Pizjuán y que, por lo general, suele ir en contra de los de
Jorge Sampaoli.
De hecho, el conjunto blanquirrojo sólo ha conseguido anotar seis de los 12 lanzamientos de penalti de los que ha disfrutado en lo que va de temporada, habiendo errado en la
Liga de Campeones las tres penas máximas de las que ha gozado en la máxima competición continental:
Vietto, ante el Olympique de Lyon;
Correa, en la ida contra el
Leicester, y
Steven N’Zonzi, el pasado martes en el King Power Stadium. A ello, además, hay que sumarle los errados en LaLiga por
Samir Nasri,
Jovetic e
Iborra, que convirtió otro.
Pero no queda ahí la cosa, sino que los lanzamientos desde once metros son crueles para los de
Nervión tanto si son a favor como si son en contra, donde, de hecho, el azar es incluso bastante más caprichoso. Tanto es así, que los arqueros nervionenses no han detenido ningún penalti en lo que va de temporada, habiendo sufrido dicho escarnio, incluso, un
Vicente Iborra que se vio obligado a hacer de portero en Liga, ante el Athletic Club, después de la autoexpulsión de un Salvatore Sirigu que hoy purga sus culpas en la portería de Osasuna. Un total de seis penaltis encajados (tres en Liga, uno en Champions y dos en Copa, ante el Real Madrid), que no hacen más que engrosar una gris estadística de Sergio Rico, guardameta titular del
Sevilla.
Y es que el de Montequinto aún no sabe lo que se experimenta cuando se detiene un penalti como profesional, habiendo encajado once goles, habiendo ido otros tres fuera y siendo la madera la que repelió el disparo en una ocasión. Un debe, los penaltis, que lastra en exceso a un equipo al que hoy sólo le queda
LaLiga y que añora con envidia tandas de penaltis como la del
Benfica en Turín.