El
malaguismo está curado de espantos. Ya nada le sorprende ni perturba más allá de lo que acontece al escudo. Sobre todo en una temporada que roza, sin conocer el desenlace final, el
absoluto fracaso. Tanto en la dirección deportiva como en el
rendimiento de los jugadores.
El último episodio que suscitó crispación y bronca en la afición fue el protagonizado por Antoñín. El jugador fue visto, con la
camiseta del Barcelona enfundada, jugando al
fútbol sala con sus amigos en una 'canchita' de su barrio esta misma semana. Todo con el Málaga jugándose el
descenso a Primera RFEF y el drástico cambio de realidad, más si cabe, que sería bajar de categoría.
Cansados de capítulos donde se demuestra una
clara falta de profesionalidad y compañerismo, la grada de La Rosaleda pide una
sanción ejemplar a Antoñín, señalado por el público durante gran parte de la presente temporada.
"Hay que sancionarle. Esto no puede pasar con lo que se juega el Málaga", eran los mensajes que se podían leer en redes sociales por parte de la hinchada.
Y no les falta razón. De hecho, poco ha tardado el
Málaga y Guede en encontrar un castigo para Antonio Cortés, al parecer económico, según adelantó
Málaga Hoy. Tendrá
diez días para recurrir esta sanción el propio Antoñín. En manos del entrenador argentino pasa si Antoñín volverá a vestirse de corto o no en el último tramo de temporada.
La decisión la tiene Pablo Guede, el cual ya mantuvo una conversación distendida con el extremo de La Palmilla, también
Manolo Gaspar. Un tirón de orejas para un supuesto malaguista que ha terminado por sentenciarse él mismo delante de su propia afición, pues no es el primer capítulo extradeportivo que protagoniza el atacante. Cabe recordar que
Antoñín pertenece al Granada hasta junio de 2024. Veremos a ver si este episodio también le repercute en su futuro.