Las carencias de no haber jugado nunca juntos se han notado, pero el que es bueno, es bueno, y pocos tenistas ha habido jamás mejores que Rafa Nadal y Carlos Alcaraz. El manacorí está tocado, y lleva toda la semana entre algodones, pero aún así, aún mermado es absolutamente diferencial en una pista de tenis. En su primer partido en estos Juegos Olímpicos de París 2024, en su pista fetiche, una Philippe Chatrier cerrada por el diluvio del exterior, y ahí, en ese escenario donde en 14 ocasiones ha rozado el olimpo, ha sacado su magia una tarde más. Y todo eso acompañado de su sucesor, al que le ha pesado haber jugado un rato antes, pero aún así ha cumplido, pero lejos de su nivel, lo que confirma que tienen margen de mejora.
Enfrente tenían un hueso muy duro, una pareja que a diferencia de los españoles destaca por lo compenetrados que juegan entre ellos, Máximo González y Andrés Molteni, que llevan años compartiendo escenario, y lo han demostrado. De hecho, el comienzo del duelo ha hecho temblar a la delegación española, pues el saque de Alcaraz se lo han llevado los albicelestes, aunque ha sido una falsa alarma, porque en el siguiente turno lo han recuperado. Los primeros compases han demostrado dos cosas, que Alcaraz estaba cansado y algo perdido, y que Rafa Nadal es lo más parecido a una deidad en la tierra batida.
Un arsenal de golpes incomparable, que no tenía repuesta, y que ha mantenido a flote a una pareja donde había uno por encima, el balear. Eso sí, fiel a su estilo guadianesco, cuando el murciano sacaba su varita, hacía golpes que nadie puede hacer en una pista. Con todo eso, a trompicones se han plantado en el tiebreak, y ahí se han impuesto la magia, y con un excelso Rafa y un Alcaraz algo más inspirado, han cerrado el parcial.
En la vuelta a la pista, los albicelestes han sido mucho más fuertes, tanto que cuando los españoles han querido hacer algo, perdían por tres juegos, sin embargo, hasta ahí ha llegado la broma. De nuevo Nadal, segurísimo en la volea y desde el fondo, se ha enchufado al partido, y para acompañarle, un Alcaraz que ha aprendido rápido de lo que iba el dobles, y aún lejos de su nivel, ha sido más práctico que nunca para, primero empatar, y después en un 'rush' final inconmensurable, cerrar el partido con un 6 a 4. Ahora, a falta de saber que ocurre con Nadal y si juega o no el invidual, el próximo paso de la dupla pasa por el lunes, donde se medirán a los ganadores del duelo entre Griekspoor y Koolhof contra Fucsovics y Marozsan.