Irene Almarcha Conejero es una vallista sevillana de 22 años que ha logrado ser
subcampeona de España absoluta en 100 metros valla, campeona de España sub 23 o campeona de España júnior.
Viajó hasta París (Francia) pisando el podio con un tercer puesto en el Torneo Nacional de Clubes, y también estuvo en el Campeonato Europeo juvenil de Tallín (Estonia), donde obtuvo una magnífica decimocuarta plaza. Vieja conocida de los que siguen la actualidad polideportiva de la provincia, pasó por la redacción de ESTADIO Deportivo para desvelar algunos sueños y proyectos, como la beca que obtuvo para continuar su carrera deportiva, y sus estudios en Fisioterapia junto a su pareja, -también vallista- Javier López en Texas (EE.UU.). Al final, este viaje no pudo completarse por problemas administrativos, y los dos siguieron en España.
Desde aquella visita, Irene sigue siendo la misma chica tímida, humilde y entregada al atletismo, porque aunque haya pasado épocas difíciles por su lesión de espalda, no ve su vida sin estar rodeada por este ambiente de sacrificio y competitividad. “
Aunque haya pasado algún momento complicado, no veo mi vida fuera del atletismo”, señala la deportista.
Su único objetivo era bajar de los catorce segundos, meta que logró el pasado año con
un tiempo de 13:96, algo que entusiasmó a la subcampeona de España, y le abrió la puerta para conseguir de nuevo otra beca en esta ocasión para Dakota del Sur (Estados Unidos).
El 27 de agosto está marcado en rojo en el calendario de la joven, que ahora está de vacaciones tras acabar la temporada con el club donde milita desde hace cinco años, el Playas de Castellón. Este día cogerá un avión que le llevará hasta su nueva universidad ‘Augustana College’. “
Tengo muchas ganas de irme y empezar una nueva temporada allí, aunque no abandono mi equipo, en mayo volveré para seguir compitiendo”.
Si algo se puede destacar de la sevillana es que no tiene techo, y mucha ambición por obtener grandes metas en su deporte. Este factor es clave para llegar a lo más alto. La deportista se irá lejos, pero
contará siempre con el apoyo de su familia. Como aquella tarde en la que la pequeña Irene veía un Mundial de atletismo por televisión que picó su curiosidad. Esa curiosidad que le ha valido ser una de las vallistas con más recorrido y progresión dentro del actual panorama español.