Regresaba el fútbol este lunes a Nervión, con un seco empate ante Osasuna (1-1), y con él a las botas de Saúl Ñíguez. Dos meses después de aquella fatídica tarde ante el Real Valladolid, el alicantino se vistió de corto para volver a deleitar al sevillismo con su experiencia y liderazgo. Saltó al césped en la segunda mitad, liberándose de las ataduras que supusieron esa rotura en el bíceps femoral y que le “afectaron mentalmente”. Le dio la oportunidad García Pimienta de volver a tomar contacto con el ritmo competitivo en el 63’ de partido. De sus botas nació el gol del empate de Lukebakio en una media hora que despertó la ilusión de la afición y del vestuario del Sevilla FC con su garra.
En la comparecencia previa al choque, advirtió el técnico catalán del plan que tenía diseñado, conjuntamente con el cuerpo médico, para él: "La semana pasada ya hizo muchos entrenos de forma parcial con el grupo. Ha ido de forma progresiva y esta semana ha sido uno más, por lo tanto, teniendo en cuenta que ha estado mucho tiempo parado, considero que está preparado para ayudar al equipo, aunque no saldrá de inicio. Pero podrá ayudar si lo estimo oportuno en la segunda parte".
Y eso justo fue lo que pasó. Saltó a calentar entre aplausos en el minuto 47’ de la segunda mitad junto a Jesús Navas, quien levantó a los aficionados de sus asientos, Barco, Juanlu y Suso. En el minuto 56’, pocos minutos después de sus primeros ejercicios, se acercó al banquillo sevilista para que uno de los componentes del equipo médico blanquirrojo, Antonio Muñoz, para que vendara su zona afectada, antes de volver a la banda de calentamiento.
Pasado el minuto 63’ de partido, con el luminoso por estrenar, Pimienta decidió agitar el árbol con dos cambios ofensivos. De la mano de Suso Fernández, quien chocó la mano a Pedrosa, saltó Saúl Ñíguez, en detrimento de Peque. Nervioso, indicando a sus compañeros y animando al juez de línea a que no dejara arrancar una nueva jugada, saltó al césped bajo un estridente recibimiento de los aficionados sevillistas.
Menos de diez minutos tardó en la primera genialidad en su vuelta a los terrenos de juego. Tras rebosar apenas la línea divisoria, levantó a la cabeza y adivinó que su compañero Dodi Lukebakio le comería la tostada a Juan Cruz en la jugada del gol del empate. Una asistencia a la altura de pocos para rubricar su regreso.
Poco bastó para atisbar que el regreso de Saúl a la dinámica del grupo es la nota más positiva que García Pimienta puede llevarse a la cama esta noche. Preparado para recoger el testigo de Jesús Navas en este mes de diciembre, su vuelta al césped deja entrever que el cetro pasará a buenas manos.