Hablar del caladero favorito de Monchi obliga ineludiblemente a referirse a la Ligue 1. A ojo, Francia se antoja el país en el que el isleño ha fichado más en sus dos etapas al frente de la dirección deportiva del Sevilla FC (2000-2017 y 2019 a la actualidad), desde Makukula (2004) a Badé (inminente la oficialidad del traspaso desde el Rennes), pasando por Chevantón, Keita, Romaric, Squillaci, Dabo, Spahic, Kondogbia, Gameiro, Krychowiak, Kolodziejczak, Mariano, Ben Yedder, Lenglet, Sirigu, Ocampos, Diego Carlos, Rony Lopes, Koundé, Dolberg y Pape Gueye. Veintidós operaciones de entrada y unas cuantas de salida con entidades galas. De hecho, tras cinco ventanas sin asomarse al país vecino, el jefe de la planificación blanquirroja acudía hace un año a un mercado donde ha cosechado muchos éxitos (en forma de rendimiento y posterior plusvalía), con alguna pifia también. Aunque con una diferencia respecto a los precedentes: el talonario.
En realidad, con cortapisas. Las limitaciones impuestas por LaLiga y la UEFA con sus topes salariales (LCPD) y 'Fair Play' financiero. La obligación de rendir cuentas, de no poder gastarse más de lo generado e ingresado, ni siquiera adelantar ciertas pérdidas para luego enjugarlas, ha atado de pies y manos no sólo al de San Fernando, sino a otros muchos clubes que, encima, vieron cómo la pandemia del coronavirus y la crisis económica que dejó en herencia paralizaron muchas de las transferencias millonarias de antes, amén de generar déficits notables en los presupuestos. Todo influye, claro, pero esa pérdida de poder adquisitivo y la obligación de soltar a sus hombres de mayor valor antes de fichar jugaron una mala pasada a Monchi, que naufragó claramente en julio y agosto del año pasado, redimiéndose en enero de 2023. La conclusión es que no le falló (del todo al menos) el radar, sino la chequera.
Había atisbado la carestía de la Ligue 1 por descubrir otros muchos ese manantial y por la existencia del todopoderoso PSG, amén de una creciente burguesía (Stade Rennais, Marsella, Lyon) que apostó fuerte por el producto local. De hecho, no pudo llegar a las cantidades que se pagaron por tres de sus centrales favoritos: lo que sí dieron los bretones Badé al Lens (17 millones de euros), el Newcastle por Botman al Lille (37) o el Chelsea al Mónaco por Badiashile (38). Tuvo que recurrir a otros escenarios en pos de oportunidades, que se presentaron, a su juicio, en Centroeuropa y Turquía. Con perfiles diferentes, pues el alto ejecutivo sevillista sabe que, para la línea de negocio de su club, el zaguero francés joven y con proyección tiene una alta probabilidad de revalorización. Convenció al Bayern por un Nianzou (20) que aún no ha demostrado valer 16 millones, insistiendo en un Badé (23) inédito en el Nottingham Forest. Pero también ató y dejó cedido en San Lorenzo de Almagro al argentino Gattoni (24).
Para los ya hechos y curtidos en el Viejo Continente, tenía claro que la Süperlig era su competición. El hándicap principal: los altos salarios que se pagan allí por el bajísimo tipo impositivo (30%). Y que los otomanos están empezando a pagar traspasos y no sólo a fichar a agentes libres. Sin el fondo de armario económico de antaño, a Monchi le costó un mundo sacar del Galatasaray a Marcao (26), por el que tuvo que pagar 12 fijos y 3 en variables. Lo de las lesiones ha sido un golpe inesperado, pues el brasileño, que se había perdido apenas 13 partidos en su carrera europea por problemas físicos, ha triplicado esa cifra aquí. Sin embargo, los estambulistas se cerraron en banda por el compañero de Marcos Teixeira, zurdo, en el eje de la zaga: no bajaron nunca, ni ahora ante el acoso de la Premier, de los 25 por el danés Victor Nelsson (24), con el Crystal Palace y el Tottenham vivamente interesados. Antes, incluso, que ellos, se sondeó al Fenerbahçe por el coreano Kim Min-Jae (26), que acabó en el Nápoles por 18 millones y se ha proclamado recientemente mejor defensa de la Serie A. Dentro de un año, su cláusula de rescisión será de sólo 45 kilos.