El CD Leganés puso a disposición del Sevilla FC algo más de 500 entradas para sus aficionados y peñistas al precio de 30 euros, respondiendo la hinchada blanquirroja con una nutrida presencia el pasado sábado en las gradas de Butarque. Se hicieron notar los centenares de seguidores nervionenses en tierras madrileñas, aunque el discurrir del encuentro y, sobre todo, el triste epílogo, con Lucien Agoumé como desgraciado protagonista, terminaron agotando la paciencia del respetable, que abroncó a los suyos o, al menos, a los que se decidieron a acercarse a esa esquina del estadio tras el 1-0. Silbidos, gestos de desconsideración y algún insulto recibieron los futbolistas de García Pimienta, que pasaron estoicamente por ese trance antes de ingresar en los vestuarios para ducharse y prepararse para el viaje de vuelta hacia la capital hispalense.
Este tipo de episodios son bastante delicados, porque, como ya verbalizó la temporada pasada en una ocasión Sergio Ramos, los profesionales deben apechugar muchas veces con las críticas y dar la cara siempre, pero no poner de forma automática la otra mejilla para que el que está del otro lado descargue su ira o su frustración. Otra cosa es, de comprobarse su veracidad por medio de pruebas videográficas o testigos, el tenso momento descrito por un abonado sevillista tras el encuentro de la 13ª jornada de LaLiga. Cuenta Á.P., que estaba acompañado por su amigo C.R. (utilizaremos las iniciales, aunque el primero usa su perfil personal e identifica a su acompañante con nombre y apellidos), que recriminó la actitud de Kelechi Iheanacho, improvisado extremo zurdo ante los 'pepineros', quien, siempre según la versión del citado aficionado, salía de Butarque entre risas con un empleado del club y un allegado, por lo que le recriminaron que qué le hacia tanta gracia tras perder, instándole a correr y pelear más.
Cuenta Palmero que el delantero nigeriano, lejos de ignorarles o agachar la cabeza para subir al vehículo que le esperaba, seguramente para marcharse hacia su país para concentrarse con su selección, se encaró con ellos, siendo sujetado por sus acompañantes, uno de los cuales, señalado como su agente o alguien de su confianza, les profería improperios en su idioma. "Casi 800 kilómetros hicimos ayer para que un tío que no está ni en forma no sepa callarse cuando toca y eche los c****s que no es capaz de echar en el verde. Más respeto a los únicos que defienden como se debe al escudo del Sevilla FC", termina diciendo el dolido denunciante, afeado por otros seguidores.