R. Sociedad
Sevilla
Cuando quedan cuatro días para inaugurar el mes de diciembre, que llegará con una caldeada Junta General de Accionistas el día 4-D, el Sevilla FC lleva sin ganar en LaLiga EA Sports desde finales del mes de septiembre. Diego Alonso, el cuarto entrenador en un año, sólo ha sido capaz de ganarle al modesto CD Quintanar (de la preferente manchega) en sus siete primeros partidos y, en el octavo, el de la sobremesa de este domingo ante la Real Sociedad, su equipo ha vuelto a abochornar a su gente. Las caras de la directiva nervionense en el palco de Anoeta eran reveladoras de la situación que atraviesa el equipo blanquirrojo: "Me cago en la leche".
En el minuto 2' ya iba perdiendo en Donostia con un gol a medias entre Barrenetxea y Dmitrovic, que se había comido un centro en el que también se vieron señalados Sergio Ramos, que no se entendió con el meta, y Lukébakio, que totalmente falto de intensidad la perdió en la frontal y concedió la falta en la que llegó el primer tanto. Era la primera llegada de la Real Sociedad, que en la segunda iba a hacer el 2-0 en el 22'. Luego, en la tónica de los últimos encuentros, reaccionó en la segunda mitad tras un desastroso primer tiempo, acortó distancias por medio de En-Nesyri (con ayuda de Le Normand) y comenzó a crear más peligro. Sin embargo, la reacción se fue al traste con las expulsiones de Sergio Ramos y Jesús Navas y, en general, la imagen ofrecida volvió a ser muy cruda. Hay imágenes que valen más que mil palabras.
Sadiq recibió en el círculo central, no tenía nadie que le encimase, se fue de Fernando y de Soumaré casi sin esfuerzo y, como Sergio Ramos no le salía al paso y veía que Dmitrovic estaba unos metros por delante de su portería, el delantero nigeriano de piernas largas soltó un zapatazo desde más de 30 metros que se coló en la portería sevillista para bochorno de la afición desplazada a San Sebastián, para desesperación de un Diego Alonso sin respuestas para lo que tiene por delante y para frustración del presidente, José Castro, y del vicepresidente, José María del Nido Carrasco.
"Me cago en la leche", se lee con nitidez en los labios de Castro mientras hace gestos evidenciando su plena incomprensión de cómo un jugador se da la vuelta ante numerosas camisetas rojas y es capaz de hacer eso sin que nadie le frente y sin que el portero haga su trabajo, que es parar. El utrerano fruncía el ceño y se cruzaba de brazos.
El vicepresidente Del Nido Carrasco, que será presidente en la junta del próximo día 4-D si el juez no permite votar a su padre -tras la vista del Mercantil del martes-, bajaba la mirada y ni siquiera encontraba palabras para lo que estaba viendo. Prefería mirar su móvil antes que al césped. Este equipo transmite impotencia e incapacidad. Desespera. Indigna incluso a sus propios rectores. Y a estos no les ayuda nada de cara al inminente cónclave accionarial.