El Sevilla Fútbol Club ganaba al filo de la medianoche la séptima Europa League de su historia y en esta ocasión su víctima fue la AS Roma de José Muourinho. Un José Mourinho que antes de enfrentarse al 'Rey' de la Europa League, el Sevilla FC, contaba sus cinco finales por triunfos aunque empezó el partido calmado en su banda, con el paso de los minutos dejó ver su lado más protagonista y polémico, vamos, en su salsa...
Si con el 0-1 de Dybala el técnico portugués pedía calma a sus jugadores y apenas lo celebraba, con el empate del Sevilla en la segunda comenzaron a entrarle los nervios en el área técnica. Con la prórroga ya casi llegando a su fin hubo una tángana entre ambos banquillos y por la que tanto Mourinho como Joan Jordán acabaron pidiéndose disculpas pero ambos amonestados.
Incluso en la tanda de penaltis, segundos antes de que Gonzalo Montiel lanzara el último y definitivo después de que el colegiado mandara repetirlo ya que Rui Patricio lo atajó pero estaba por delante de la línea de gol, el técnico de la Roma se acercó hasta Mendilibar, que estaba abrazado con todo su cuerpo técnico y jugadores, esperando ese lanzamiento del argentino, para felicitarle por el título, algo que incluso sorprendió al técnico sevillista, que estaba concentrado y mirando para otro lado.
No sentó nada bien la derrota a José Mourinho, que tras recibir la medalla de subcampeón de la Europa no dudó en quitársela de su cuello y regalarla a un aficionado de la Roma. "Me quedo con las de oro. Regalo las de plata. No las quiero", decía a los micrófonos de Movistar+ tras el partido, pero no contento con ello, el espectáculo de Mourinho fue a más en las entrañas del Puskas Arena de Budapest.
El entrenador de la Roma no tuvo ningún tipo de reparto en acercarse hacia la zonas de los autobuses de ambos equipos, donde también estaba la furgoneta que traslada a los colegiados del partido. Allí, según captaron las cámaras de 'El Chiringuito', José Mourinho esperó a que llegaran los árbitros para gritarles en inglés: "¡Es una p**a vergüenza, tío!", "¡Que te jodan!", "¡P**o ganso!", o "¡Qué p**a vergüenza en la p**a cara!", llegó a decirles muy cerca de la puerta del automóvil que ya tenía dentro a los árbitros mientras que las miradas de los presentes eran de total incredulidad.