Manual para que el Athletic no repita los mismos errores de las últimas finales

El Athletic tiene ante sí la posibilidad de poder dar portazo a todas las malas experiencias que ha vivido el club y sus aficionados pudiendo volver a ganar una Copa del Rey 40 años después

Alex del RíoAlex del Río
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Manual para que el Athletic no repita los mismos errores de las últimas finales
Gol de Toquero en la final de Copa en 2009 - Cordon Press

Como ha dicho Óscar de Marcos en la rueda de prensa que ha concedido hoy a los medios, el equipo tiene que quitarse la presión de encima, porque a pesar de ser algo lógico, la intención que tienen que tener todos los jugadores tiene que ser la de disfrutar y dejarlo todo en el campo. Por esa razón, aquí viene un manual, con tres sencillos pasos, de lo que el Athletic no tiene que hacer en la final de Copa del Rey de este sábado si quiere tener un resultado diferente al que ha tenido en las últimas dos finales que ha disputado ante Real Sociedad y Fútbol Club Barcelona.

Lo primero de todo es no caer en la tentación de creer que la final está ganada antes de jugarla. Pero tampoco darla por perdida. Los mensajes de cómo serán la fiesta si el equipo gana, sacar la gabarra, entre otras cosas, no pueden despistar de lo que es realmente importante. Contra Real Sociedad y Barcelona, cuando jugaron dos finales con apenas días de diferencia, se pasó de la mayor ilusión ante la posibilidad de poder conseguir un título a la máxima desidia ante la incapacidad del equipo por poder ganar al Barça de Messi. Este tipo de partidos son los que todo el mundo quiere jugar y, parafraseando a Luis Aragonés: “las finales no se juegan, se ganan”. Y para eso, hay que respetar al rival, pero también hay que darse los méritos que tiene el equipo, que ha sido capaz de superar eliminatorias de gran nivel y se ha ganado con todo el derecho a jugar esta final.

Lo siguiente es quitarse el miedo que mostró tener hace un par de años. El equipo, que estaba dirigido por Marcelino, se mostró con una debilidad impropia de un club que ha conseguido conquistar la Copa del Rey en 24 ocasiones, siendo el trofeo que más veces han levantado. Aun así, no se vio a un equipo que parecía querer ganar el partido desde el pitido final. Contra la Real Sociedad casi no tuvo ocasiones de gol, contabilizando menos de tres remates a puerta. Asimismo, contra el Barcelona, desde el principio del partido se vio a un equipo desbordado por la situación, como si todavía no se hubiera superado la derrota ante la Real. El Barça pasó por encima del Athletic, acabando el partido con un resultado de 0-4 para los blaugranas.

El tercer y último paso puede ser el más sencillo y a la vez el más complicado. Es tan simple como jugar como se ha hecho toda esta temporada. Algo que resulta fácil de decir, pero difícil de realizar debido a la presión, ilusión y expectativas que tienen tanto los jugadores como los aficionados. Estamos viendo esta temporada, salvo contadas ocasiones, a un equipo que es muy vertical, presionante y dominador de los partidos. Siendo capaz de generar incomodidad a los rivales, con unos jugadores que muerden cada balón. La juventud y la experiencia han convertido al equipo en una orquesta que tiene a todos sus miembros tocando una melodía que cautiva desde Bilbao a todos los aficionados del fútbol. Ernesto Valverde, gran culpable de lo conseguido, es el mejor director posible que pueden tener los jugadores. Capaz de exprimir a los jóvenes y de sacar el máximo nivel de los que ya tienen años en la élite española.

Con la mentalidad de Toquero en 2009

Por lo tanto, para no caer en el arrepentimiento, el sábado se tiene la posibilidad de poder olvidar todo lo sucedido años atrás, desde aquel gol de Toquero al Barça en 2009. Ahora se tiene la opción de tocar metal y de ver el pasado como un camino con muchos obstáculos, que no fue fácil, pero que gracias a lo sucedido se ha podido adquirir la experiencia para afrontar una final que tanto ilusiona a la ciudad. En definitiva: no hay que dar la final por ganada -pero tampoco por perdida-; no hay que tener miedo, si no ganas de demostrar; y por último, hay que tener la valentía de demostrar el fútbol que les ha llevado a la final en el mejor escenario posible, donde poder emocionar y enorgullecer a sus aficionados.