Una toalla y unas anteojeras para ganar dos medallas olímpicas

Tras los éxitos de Pablo Jaramillo se encuentra un camino largo de obstáculos que complicaron las pedaladas a este ciclista almeriense al que un accidente de tráfico cambió su vida por completo. Este deportista pasará a la historia de Almería y del ciclismo español con medallas mundiales por doquier, y otras tantas en Copas del Mundo y Europa, alcanzó el colofón final en las dos últimas olimpiadas donde subió en hasta dos ocasiones al podio. En la prueba de velocidad en pista por equipos, se hizo con el bronce en Tokio 2020 y la plata en París 2024. Dos hitos al alcance de muy pocos, que reflejan todo el trabajo que hay detrás. En ESTADIO Deportivo, conversamos con Pablo para conocer el trasfondo.

Una carrera que comienza desde cero: "Me veo tan reflejado porque en mi caso fue así. O sea, empecé de cero y en 17 años o 18 años de carrera deportiva que llevo, pues ha sido prácticamente a lo último, ya prácticamente rozando mi retirada, donde he conseguido los mejores resultados de mi vida deportiva. Pues evidentemente lo único que le diría y lo que, y lo digo con todos mis sentimientos y con toda mi experiencia es que nunca tiren la toalla. Porque si empiezas, por ejemplo, corriendo un campeonato de Andalucía, luego tienes opciones de ir a un campeonato de España, luego quieres ir a un campeonato de Europa, luego, hostia, ¿y por qué no un mundial? Dios, estás siempre escalando esos sueños, y luego tienes la opción de ir a unos juegos, pues claro, luego piensas que qué fácil es".

Durante su explicación, los argumentos para alcanzar la cima parecen sencillos: "Luego conoces la problemática, hostia, los puntos que consigue el país hay que repartirlos, porque hay X puntos, son X plazas, y somos 20 y a lo mejor hay 10 plazas y pues 10 se quedan en casa. Empiezas en una vorágine de conocimientos que muchas veces te lastran, y entras en un estado de nerviosismo alto, y entre medias tienes que entrenar, tienes que rendir, tienes que demostrar, y muchas veces esa falta de información, que no te la van a dar ni la federación, ni el seleccionador, ni nadie, hasta el último momento. En el caso de los juegos, que es cada cuatro años, y una vez que ya entran a esa onda, están luchando siempre, pues te lastran".

"Entonces, lo mejor que puedes hacer es un poco como hacían nuestros abuelos cuando iban a arar con las bestias, les ponían, ¿cómo se llama? Los ojos, para que no vean a los lados, como una especie de orejera, o bueno, no sé, les ponían esas piezas de esparto para que la bestia no se despistara, y solo se dedicara a tirar como un animal, y eso creo que muchas veces es lo que nosotros hacemos mal, quitarnos esas cosas que se ponían aquí en la cabeza. Sí, bueno, da igual, si sabemos un poco a lo que me refiero, que no necesitamos tanta información, tenemos mucha información en el teléfono, tiempos de los rivales, cómo ir a aquel, cómo ir a ese, todo eso al final es un lastre", expresa Pablo en relación a las anteojeras.

En resumidas cuentas, Pablo incide en el hecho de no desviarse del foco: "Exactamente, pues muy bien. Pues creo que ese sería mi consejo principal, no tirar la toalla, y ponérsela, y ponerse la anteojera para no ver nada más que lo que nos interesa, que es nuestro entrenamiento, el cuidarse, y cuando nos toque dar la patada a la biela, que la bici avance lo más rápido posible. Y luego ya habrá tiempo de saber si el trabajo la ha hecho bien, si no, habrá tiempo de quejarse. Porque si la ha hecho bien, y la bici llega antes que el resto, tu puesto está para ti, y tu posibilidad de poder ir a un Mundial, de poder ir a un Juego, van a estar ahí".